En los espacios dedicados a la reflexión sobre la educación en el Perú, se discute bastante acerca de cuál debería ser el carácter de un curso de educación cívica. Este debate suele centrarse en la naturaleza de una pedagogía democrática, que permita forjar las virtudes morales y políticas del ciudadano y que se aporte a cada peruano un saber riguroso y útil acerca de sus leyes e instituciones. Ello, es claro, trasciende los cerrados límites de una asignatura que lleve ese nombre, refiriéndose más bien a un modelo educativo más pleno. A continuación anotaré las principales características que, a mi juicio, encierra una Educación Democrática: -Una educación democrática la entendemos como aquella que busca brindar a los estudiantes los elementos racionales y emotivos que permitan formar en ellos un sentido de comunidad política. Esto alude no solamente a la conciencia de coexistir en un mismo territorio, sino también a la conciencia de compartir una historia, de luces y sombras, sobre la cual es preciso discernir para orientar la comunidad hacia una vida social más democrática. Así pues, debemos conocer nuestras etapas autoritarias y democráticas, y apreciar aquellos períodos en los que se han valorado y ejercido las libertades políticas. -Una educación democrática asume como punto de partida la idea de que cada individuo es un sujeto de derechos universales e inalienables, de modo que la vida, la libertad de conciencia, la búsqueda de la felicidad personal y la propiedad deben ser protegidas sin otra restricción que el respeto de los derechos de los demás. El Estado debe garantizar la vigencia de estos derechos, pero los ciudadanos deben saber que existe un sistema global de derechos humanos ante el que puede denunciarse al propio Estado si es que él amenazara los derechos fundamentales de las personas. -Una educación democrática forma a los alumnos en el trato igualitario. Este principio supone presentar combate a toda especie de discriminación por razones de raza, cultura, creencias, condición social o económica, género y sexualidad. Una sociedad democrática constituye un hogar para todo ciudadano que cuente con un sentido de justicia. -Una educación democrática promueve la comunicación honesta y rigurosa de todas las culturas que existen en el país. Se concentra en la necesidad de que el Estado genere políticas que permitan que el ciudadano pueda acceder a la justicia, la salud y la educación en su lengua originaria, para poder ejercer sus derechos a cabalidad. Nuestra sociedad es multicultural y multirreligiosa. -Una educación democrática está comprometida con la justicia de género. Vivimos en una sociedad que a lo largo de su historia ha discriminado a las mujeres, confinándola al ámbito privado, o que le ha asignado un rol subordinado en la conducción de las instituciones. Una sociedad que asimismo ha marginado y estigmatizado a las minorías sexuales. Es preciso construir una cultura de respeto y tolerancia en este tema. -Una educación democrática debe revalorar la acción política y recuperar la fe en la capacidad de transformación propia de los ciudadanos. Necesitamos renovar la política, actuando desde los partidos y desde la sociedad civil para modificar nuestras estructuras, costumbres y mentalidades referidas a lo público. La desesperanza sólo corroe nuestra vocación por el cambio social y político. Los peruanos podemos mejorar nuestra patria si decidimos actuar juntos en nombre de un propósito común.