Más allá del pleito aprista por la publicidad estatal.,La discusión pública entre Mauricio Mulder y Jorge del Castillo por el proyecto para prohibir la publicidad estatal en medios privados, solo es la punta de un iceberg que tiene, por un lado, la pretensión de Alan García de seguir cortando –en Lima o desde Madrid– el jamón en el Apra; y, por el otro, la posición del partido frente a Fuerza Popular (FP). El proyecto de Mulder acusaría por malversación a cualquier entidad del estado que pusiera publicidad en un medio privado, y se suma a la decena de iniciativas de FP que, como la suya, mella a los medios y afecta la libertad de expresión. A los autores de estos proyectos contra la prensa no les interesa que, finalmente, se aprueben sino notificar al periodismo que el fujiaprismo los tiene en la mira y puede hacerles mucho daño si no se ‘portan bonito’. Frente a este torpedo contra la prensa, Del Castillo marcó distancia señalando que “este proyecto es antidemocrático”, y recibió como vuelto de Mulder un “no me interesa su opinión sino la del pueblo, aquellos que tengan sus propios intereses personales, ya verán por qué los tienen”. La baja fraternidad y disciplina en el Apra es obvia, al menos entre Del Castillo –con una posición más autónoma frente a Alan García– y un Mulder resignado a que es imposible hacer política desde el Apra sin el padrinazgo del ex presidente, y que hoy desempeña el triste papel de su representante incondicional. En la hoy pequeña célula parlamentaria aprista, Mulder –o sea, AGP– juega con Javier Velásquez Quesquén y el poco influyente secretario general Elías Rodríguez; mientras Del Castillo lo hace solo con Luciana León. Ese pleito es lo primero detrás del debate sobre la publicidad estatal. Lo segundo es que, aunque entre el Apra y el fujimorismo hay algunas desavenencias eventuales, el sector dominante que controla AGP camina de la mano del fujimorismo desde hace muchos años, debido a la coincidencia de intereses que el destino les ofrece con mucha frecuencia. Tanto que, por los tamaños relativos, se critica al Apra –dentro y fuera del partido– de actuar como furgón de cola del fujimorismo. En política, el tamaño sí importa, obviamente, pero también interesa la técnica, y en esto es evidente que FP tendrá una bancada muy grande pero, también, con poca inteligencia. Y es ahí que entra a tallar el Apra a través de Mulder, logrando que, en vez de furgón de cola del fujimorismo, actúe como locomotora que orienta y arrastra a FP. O sea, Alan García maneja al Apra y, de paso, al fujimorismo.