El ya célebre hashtag #PerúPaísDeVioladores ha promovido un debate entre quienes apoyan esta iniciativa de las congresistas Huillca y Glave, y quienes la reprueban. Entre estos últimos hay un grupo considerable que no ha sido capaz de comprender el sentido de la sinécdoque (DRAE: “Tropo que consiste en extender, restringir o alterar de algún modo la significación de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de sus partes, o viceversa; un género con el de una especie, o al contrario; una cosa con el de la materia de que está formada, etc.”). Es decir: no significa que todos los hombres peruanos son violadores pero sí que hay muchos, muchísimos (ocupamos vergonzosos primeros lugares a nivel mundial), y que todas las mujeres son víctimas potenciales. Incluidas bebés de pocos días de nacidas, como se ha visto recientemente. Es entendible que haya personas cuyas dificultades de comprensión lectora les dificulten el acceso al proceso de abstracción, requerido para captar el significado de la mencionada figura retórica. No en balde estamos donde estamos en la prueba Pisa, y el ex ministro de educación ha sido “exilado” por Fuerza Popular al más alto cargo educativo del Banco Mundial. En cambio parecen estar muy satisfechos con el actual titular de esa cartera. Pero no son solo las dificultades para efectuar operaciones lógicas las que explican esta resistencia a apoyar una causa, noble si las hay: proteger a las mujeres de toda edad contra abusos, violaciones y feminicidios. De otro modo no se entiende que la propia Primera Ministra, Mercedes Aráoz, se haya pronunciado en contra del mencionado hashtag: “El Perú no es un país de violadores, borremos ese hashtag. Hay algunas personas que nos hacen daño, pero hay muchos hombres que están comprometidos, en serio, con la igualdad de derechos entre varones y mujeres”. Nadie puede pensar que una persona con las calificaciones de la Premier sea incapaz de pensar en términos metafóricos, como tampoco ha de ser el caso del publicista Ralston, quien ya se disculpó por haber confundido un grito de alarma con un eslogan publicitario. Como ellos, muchos otros se resisten a asumir una realidad cruda y violenta por razones ideológicas. Detrás del pensamiento “positivo” lo que hay son puntos ciegos y conservadurismo. El machismo encuentra un poderoso aliciente en la impunidad y se arraiga en una cultura instalada en lo inconsciente de nuestro imaginario social. Así se explica que personas con acceso a los más altos niveles educativos se muestren reacios a reconocer y denunciar una situación alarmante en extremo. Me consta, por lo que escucho a diario en el consultorio, que la cantidad de mujeres que han sido víctimas de tocamientos indebidos o violaciones cuando eran niñas, es tan innumerable como intolerable. Hay que enfrentarlo ahora, en voz alta y sin remilgos. Detrás del pensamiento “positivo” lo que hay son puntos ciegos y conservadurismo.