La sátira es un género provocador que no siempre es bien comprendido o recibido y suele ofender o provocar sonrisas, según el cristal con el que se mire. Defendí públicamente a Rafo León cuando Martha Meier lo enjuicio por difamación agravada, acusación de la que fue absuelto prevaleciendo el derecho a la libertad de expresión. Pero haberlo defendido en su momento no me impide cuestionar sus formas. Estoy entre quienes consideran su última columna “Reporte desde el baño de damas” ofensiva y machista. Me parece válido que los ciudadanos que se hayan sentido ofendidos por las expresiones de Rafo León exijan disculpas y reclamen al medio y a sus auspiciadores. Lo mismo ocurrió con Phillip Butters, con las consecuencias que ya conocemos. La sociedad civil tiene las herramientas y el derecho a organizarse incluso para demandar el boicot cívico y comercial contra los medios de comunicación y periodistas que, a su juicio, propalan contenido basura, ofenden o difaman. Hay varias experiencias al respecto y hemos visto, por ejemplo, protestas en las puertas de los canales de televisión. Pero entre esta prerrogativa ciudadana y usar el poder político para intentar cerrar un medio periodístico que no nos es afín, hay una diferencia abismal y constituye, de concretarse, un grave atentado a la libertad de expresión y prensa, práctica propia de gobiernos dictatoriales y autoritarios. Y es por ello que no sorprende que las voces que proponen boicotear a la revista Caretas para provocar su desaparición provengan, precisamente, del fujimorismo y hayan recibido el aplauso de sus seguidores. Como ha señalado el periodista Ángel Páez desde sus redes sociales, “primero fue una revista pero no me importó. Luego fueron los canales y tampoco me importó. Cuando me tocó a mí ya era demasiado tarde”. Recordemos la historia reciente, es mil veces mejor una prensa libre aunque abuse de esa libertad, que una dominada o chantajeada por el poder político. No permitamos la intromisión ni la censura, sobre todo, si estas provienen de políticos cuestionados, la corrupción o el crimen organizado.