Estimado Mirko: A juzgar por los últimos acontecimientos pareciera que el problema educativo se centra en si va o no el inciso c del artículo 53 de la Ley de Reforma Magisterial: no aprobar por tercera vez la evaluación de desempeño es causa de retiro de la carrera. El mencionado inciso se puede dejar como está o se puede morigerar e incluso eliminar, pero la educación seguirá siendo la cenicienta en los presupuestos y la última de las preocupaciones políticas mientras sigamos con un “patrón de sociedad” que no necesita educación de calidad. Que no busca calidad efectiva, sino solo cacareada. Lo cierto es que el “patrón de sociedad” que mantenemos en “piloto automático” no insume educación de calidad ni en el mundo de la política ni en el de la economía. Lo que sí hace ese patrón es afincar una contradicción entre los ámbitos político y económico, de un lado, y el educativo, del otro. De los primeros diríase que “todo está permitido”, por eso imperan allí la improvisación, el privilegio, el rentismo, el privatismo, la inequidad, cuando no la corrupción; mientras que en el mundo de la educación se están introduciendo, con variable éxito, las prácticas de la meritocracia y la innovación. Es decir, estamos tratando de que la educación se “ponga al día”, y ello es fundamental, pero, al mismo tiempo, permitimos que la política y la economía sigan en prácticas primitivas, como el clientelismo político y la centración económica en la exportación primaria. Mientras exigimos, y con razón, que la educación juegue en primera división, nos aferramos a un patrón social (político y económico) de tercera división. Con una educación realmente de calidad y asentada en principios éticos tendríamos al final un mundo adulto sobrecalificado para una realidad política y económica tan chata como la nuestra. Naturalmente no pretendo que la nivelación sea por abajo. No es que haya que arriar las banderas del mejoramiento educativo para acomodar la educación a la chatura de la política y la economía. Otro gallo cantaría, digo yo, si se pensase la solución no solo del petitorio del magisterio en huelga, sino de los problemas que la huelga pone al descubierto, a la luz de una concurrencia mutuamente potenciadora entre educación, política y economía. José Ignacio