La reunión Pedro Pablo Kuczynski-Keiko Fujimori y las palabras amables cruzadas entre Fernando Zavala y Luis Galarreta ofrecen mayor tranquilidad para la parte final del año. Sin embargo subsisten algunos reflejos agresivos en declaraciones desde la bancada de Fuerza Popular. ¿Por qué la diferencia? Hay varias respuestas posibles, todas parciales. FP ha decidido actuar por dos carriles. Ha disminuido el control absoluto de la cúpula sobre la bancada. Existe competencia por un liderazgo opositor que no puede ser declinado. La presión de los lobbies, como las de algunas universidades, tiene fuerza propia en el hemiciclo. La respuesta que podría englobar todo lo anterior, y más, es que la adaptación de FP a la nueva etapa de la situación Kenji Fujimori es un asunto complicado. La tregua con el gobierno ha descolocado al hermano disidente, pero no lo ha hecho desaparecer como elemento debilitador, y hasta como peligro electoral. A pesar de la tregua discretamente en marcha, Kenji Fujimori puede volverse un problema también para el gobierno. Ahora parece ser más bien una garantía de la tregua. Pero suficientemente activado, puede empujar a FP hacia la anterior etapa, y afectar la frágil relación Ejecutivo-Congreso. Para lo que dure, quien ha ganado fuerza con la nueva situación es Fernando Zavala, quien encuentra el camino despejado para la ofensiva relámpago de inversión pública que ofrece, como puerta de entrada a una reactivación económica. Todo esto reforzado por las buenas perspectivas de los ingresos mineros y de la pesca. El camino ha tomado todo un año en despejarse. La salida de Alfredo Thorne ha sido clave. Pero también lo ha sido la pérdida de peso de Martín Vizcarra y su gente en el gabinete. Así, si PPK es el interlocutor ocasional con FP, Zavala es algo más parecido a un interlocutor permanente, con posibilidades de lograr acuerdos concretos. ¿Cómo llamar a este insólito período que se inicia? ¿El fin de las elecciones 2016 y el retorno de la política positiva? ¿El tiempo de ensayo de una cohabitación suave? ¿El casi imperceptible inicio de una reorganización de los partidos? ¿Una ventana de oportunidad para el nacimiento de una tercera fuerza política que deberá ser tomada en cuenta? El camino ha tomado todo un año en despejarse. La salida de Alfredo Thorne ha sido clave. Pero también lo ha sido la pérdida de peso de Martín Vizcarra y su gente en el gabinete.