El primer año de gobierno, como lo ha reconocido el mismo PPK, ha sido un año mediocre, especialmente en el campo de la economía. La inversión pública y privada ha disminuido, la producción en diversos sectores económicos ha retrocedido y el empleo y las remuneraciones han caído. El crecimiento del PBI este año será a duras penas el 2%. La polarización política entre el fujimorismo y el anti-fujimorismo se ha mantenido y ha sido atravesada por la fragmentación de las principales fuerzas políticas, incluida la misma FP que hasta ahora aparecía como una fuerza monolítica y disciplinada. El diálogo entre PPK y KF disminuyó por un tiempo breve las tensiones propias del gobierno dividido, pero la elección de Galarreta, un político confrontacional del fujimorismo, como Presidente del Congreso vuelve probablemente a intensificarlas. La debilidad del Ejecutivo impidió un buen manejo de los conflictos y tensiones que genera un gobierno dividido en un presidencialismo parlamentarizado. No logró llegar a un cierto tipo de acuerdo con FP a través del diálogo ni puso límites oportunos a los hostigamientos permanentes del fujimorismo mediante la exigencia del voto de confianza al gabinete por parte del Congreso. En este pulseo de fuerzas ha salido ganando, en la opinión de los ciudadanos, la lideresa de FP. Según las encuestas, la sociedad está decepcionada por el desempeño de PPK en el primer año de gobierno y algunos sectores sociales han pasado del descontento a la irritación y a la protesta social abierta a la que el gobierno no sabe cómo responder. Dos son los principales desafíos que tiene PPK en este segundo año de gobierno: el establecimiento de una agenda que oriente su acción gubernamental y la definición de una estrategia que le permita hacerla viable en el difícil contexto político del país y en su condición de Ejecutivo débil. Los temas centrales de la agenda son, sin duda, la aplicación de un shock de inversiones (públicas y privadas) que mueva la producción y el empleo, la definición de una política eficaz de lucha contra la corrupción que el Ejecutivo debe liderar en coordinación con las organizaciones e instituciones de control, el reforzamiento de las políticas de seguridad ciudadana que viene implementando el Ministerio del Interior y el aceleramiento de la Reconstrucción con cambios del norte en coordinación con los gobiernos regionales y con los poderes locales. Supongo que la estrategia de PPK para hacer viable la agenda en el campo político pasa por llegar a un cierto acuerdo con FP para llevar la fiesta en paz y, si eso no es posible, limitar el obstruccionismo del Congreso mediante la exigencia del voto de confianza. En el campo social tendría que hacer un llamado a las medianas y pequeñas empresas, además de la CONFIEP, para que participen activamente en la reactivación de la economía. Lo mismo tendría que hacer con los gobiernos regionales y locales que deben recibir un mayor apoyo del gobierno central. Todo este despliegue de iniciativas políticas le permitirá al Ejecutivo fortalecerse como actor político.