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Política

Patricia Paniagua: “Todos tenemos una tarea para lograr salir de esta crisis y volver a construirnos un tiempo nuevo”

REFLEXIONES. Politóloga, experta en educación y ciudadanía, fundadora del espacio Memorias Valientes, que recuerda la Transición que lideró su padre, el expresidente Valentín Paniagua, advierta la necesidad de que las fuerzas democráticas se unan para superar el actual trance y sigan lecciones de nuestra historia de este siglo.

temores. “La ciudadanía está entre dos fuegos: el crimen organizado y la represión”. (Foto: Ojo Público / Giuseppe Vicente).
Ojo Público

La politóloga Patricia Paniagua reflexiona sobre la difícil situación actual del Perú y las lecciones de la Transición que lideró su padre, el expresidente Valentín Paniagua, que hace 24 años iniciaba su gobierno. Señala que la ciudadanía debe seguir participando e involucrándose en política para salir de la crisis y luego reconstruir el país.

—Tras 24 años de iniciarse la Transición que lideró Valentín Paniagua, ¿cómo ve al Perú actual de democracia debilitada?

—El gobierno de la Transición en escasos ocho meses dio grandes pasos para lo que debió ser continuación en fortalecimiento de la democracia y memoria. Se ha permitido que aquello que significó el fujimorismo se reinstale. La Transición hizo más de lo razonable no solo en fortalecimiento de instituciones y desmontar un aparato autoritario: avanzó a la transparencia, lucha anticorrupción, derechos humanos, se dejaron bases para la reforma de la Constitución del 93 y de la Policía. Toca preguntarnos qué tanta continuidad tuvieron en gobiernos siguientes. La reflexión va en autocrítica a nivel de ciudadanía y del Estado.

¿Qué pasó con las fuerzas democráticas para permitir el avance del autoritarismo?

—Se creyó que con lo avanzado en la Transición estaba ya dado un camino a andar casi solo. Se soltó en un momento crucial. También hubo un trabajo oscuro e infame de negacionismo y posverdad por parte de quienes estuvieron en ese régimen anterior, con narrativas absurdas y mentirosas que lograron instalarse en cierta parte de la ciudadanía para relativizar lo que fue esa etapa de quebrantamiento de instituciones democráticas, vulneración de derechos humanos y corrupción.

Líderes que recibieron respaldo democrático fallaron, como Alejandro Toledo y Susana Villarán ¿Cómo lo evalúa?

—Quienes tenían la responsabilidad histórica de hacer que ese quiebre de la Transición se consolide no lo hicieron y cometieron delitos como el fujimorato en corrupción. Fallaron al pueblo. Toca reconocer y reflexionar por qué no dieron la talla que la ciudadanía merecía y así no pudieron dedicarse al trabajo que se necesitaba. Debemos pensar en lo que se dejó de hacer para, a futuro, recomponerlo. Pienso en memoria, fortalecimiento de instituciones, candados anticorrupción, separación de poderes y enfrentar lo que el actual régimen ha copiado de la dictadura fujimorista.

¿Ha pesado más la atribución a Fujimori de logros en lucha antiterrorismo y economía?

—Se montó una maquinaria de desinformación para distorsionar la historia de quién sabemos qué hizo, como la justicia probó. Es una maquinaria que desinforma, ataca y usa el terruqueo. Puede haber ciudadanos que conecten con aquello que se le reconoce, pero desconocen o yerran sobre el resto. Es importante el trabajo de memoria. Hoy nuestra democracia es golpeada por el ataque de quienes se generan condiciones para retener el poder en el tiempo.

¿Qué lecciones principales de la Transición y de Paniagua frente a la situación actual?

—En principio, probidad, trayectoria democrática, firmeza, honestidad, capacidad para construir más allá de las pasiones, serenidad para mirar el futuro con esperanza, también reconocer en qué hacer énfasis y compromiso con la ciudadanía, aspectos cruciales para un proyecto país que se ha perdido, en que todos encontremos lugar. Además, vocación y convicción de servicio. Tenemos en política a personajes con agenda mercantilista, que no responden al interés ciudadano. Mi papá fue un hombre honesto, cabal, probo, de integridad a prueba de balas. En un paralelo con lo que necesitamos, pensaría en alguien que entienda y ejerza la política desde esa mirada y un quiebre del punto actual, que es una espiral de caída. Anhelamos pronto encontrar una ruta que nos lleve a recuperar aquello que en algún momento nos animó, como dijo él en su primer discurso a la nación: “nace un tiempo nuevo”. No se prosiguió en esa línea y toca ver qué hacer como sociedad para que estos rostros en la política cambien. Hay muchas tareas y para todos hay una tarea en este momento.

—¿Cómo enfrentar ese proyecto de captura del poder si la mayoría no ve en quién creer?

—Se afronta una profunda crisis de desafección por la política que se traduce en desconfianza y mucho rechazo. Toca a las fuerzas democráticas armar un frente común para reunir a todos quienes tienen real interés de aportar y plantear lo que necesita el ciudadano, para confiar y desmontar ese aparato de captar el poder y someter instituciones. La ciudadanía lo irá leyendo como aquello en que amerita confiar, con alguien comprometido y de probidad. Además, esta debe participar más: a más involucramiento ciudadano, más capacidad de desplazar los intereses nefastos.

¿Frente de centro, izquierda o derecha democráticas?

—Debería ser un frente democrático en que nos alineemos en torno a aquello que nos une más allá de las legítimas diferencias. Ante el abismo actual, se necesita un frente democrático que pueda asumir esa reconducción a lo que en algún momento entendimos como un quiebre, y que debiera darse ya sobre la base de la experiencia que hemos tenido de forma correcta.

¿Cómo ve a Acción Popular, que antes destacó en hitos democráticos desde el centro?

—Está como la mayoría de partidos: ausencia de liderazgo positivos para la democracia, y ha caído en la situación en que los cuadros ven más intereses particulares que ciudadanos y se contravienen la ética y la ley. Necesita hacer purgas y todos los cambios que le permita constituirse como organización que represente a la ciudadanía.

—¿Cómo ve las protestas, que la mayoría respalda, pero su participación es muy baja?

—El paro durante APEC tuvo participación sólida, pero no multitudinaria para que se atiendan los justos reclamos. El ciudadano está atemorizado por la inseguridad y la represión del Estado. Tuvimos 50 víctimas de esa represión y aún no hay justicia. La ciudadanía está entre dos fuegos: el crimen organizado y la represión. La gente no participa, pero masivamente respalda el sentir de los protestantes. Llegará un momento en que haya condiciones para manifestaciones más consistentes.

¿Ha pensado en tener una incursión mayor en la política?

—Ahora participo en el análisis político. En esa medida intento aportar y sumar a construir. Para una participación activa en política, vocación y convicción existen. Por el momento personal y familiar, decidí aportar desde el análisis. Ahora mismo no lo sé, pero convicción, vocación y ganas de sumar existen.

Se dice que los peruanos votamos mal porque los presidentes de este siglo libres de corrupción surgieron de crisis y desde el Congreso. ¿Qué opina?

—El sistema electoral condiciona la decisión del ciudadano. Se debe corregir y trabajar en construcción de ciudadanía para elegir mejor. Dicen que los últimos presidentes transitorios, mi papá y Sagasti, han sido los probos, pero fueron elegidos por el Congreso por ese perfil que ya tenían, sus trayectorias. Lo importante es que sepamos qué perfil necesitamos elegir, que esto sea como una lección.