Mientras Vizcarra esté en el poder cunde el mal ejemplo de enfrentarse a los corruptos y no hay garantías de impunidad y eso es muy perturbador para algunos.,El presidente Vizcarra fue muy hábil al lanzar y encabezar la reforma del Poder Judicial amparado en el hartazgo de la opinión pública, pero ha sido muy malo para transmitirle a esa misma opinión pública que es capaz de ocuparse de algo más. Cierto, la atención del público puede ser como la de un gatito (volátil, excluyente y unidireccional, por eso las cortinas de humo funcionan), pero el embeleco solo lo distraerá mientras no tenga hambre. El crujir de las tripas es el asesino de las distracciones. Esa es una de las razones por las que los políticos no suelen comprarse grandes pleitos: son impopulares y los frutos los cosecha otro que nunca las dará el crédito... porque ellos tampoco se lo darían. Más allá de la lucha contra la corrupción, la gestión del gobierno deja mucho -mucho- que desear. Así lo demuestran las encuestas y así lo venimos advirtiendo desde setiembre en este mismo espacio: no existen magos exitosos de un solo truco. Sin embargo, pienso que se trata también de un problema de comunicación y exclusivamente de gestión. Por ejemplo, las medidas que adoptó el gobierno -a última hora, pero lo hizo- para prevenir que la naturaleza llegara más lejos han funcionado. Las coordinaciones del gobierno central (premier y ministros) con los nuevos gobernadores regionales y gobiernos municipales son intensas y en su mayoría fructíferas, pero nadie las conoce. Y eso es un problema que el mismo presidente Vizcarra se ha encargado de construir. La desventaja de tener un Presidente súper mediático es que cuando no aparece se le extraña y, peor, que nadie sabe quiénes son los ministros ni los reconocen: ni por cara ni por nombre. Ni al de Economía: y eso, siendo positivo en el largo plazo, no lo es cuando se requieren figuras reconocibles para decir “ah mira, no está él, pero está el que corta el jamón desde el MEF”. Ignoro si esto se debe a una estrategia o es un poco por inercia y un poco por desidia (los ministros parecen muy cómodos debajo de un presidente que funciona como un pararrayos), pero esa dinámica debe cambiar pronto. Primero, porque nadie es inmune al desgaste y este es mucho más peligroso y corrosivo cuando no se tiene ni bancada ni partido. (Presidente: Contigo no está contigo y ellos de verdad creen que PPK llegó a la presidencia gracias a ellos y su símbolo es un Pac Man bañado en lentejitas comiéndose un Perú). En el Congreso se arman grupos que buscarán cargárselo por quítame -estas- pajas para adelantar elecciones. Mientras Vizcarra esté en el poder cunde el mal ejemplo de enfrentarse a los corruptos y no hay garantías de impunidad y eso es muy perturbador para algunos. Segundo, porque si quiere dejar algún legado tiene que asegurarse de invertir el capital político que le queda en lo de fondo y dejar que sus ministros asuman la carga y el peso de sus respectivas carteras. ¿Ministros fusibles? Pues para eso son. Fíjese en las críticas absurdas por su viaje a Madrid; fíjese en quiénes se agrupan alrededor de probados corruptos y corruptores. Están a la vista, todos juntos, por primera vez. Van a disparar.