El poder político de los jóvenes en el Perú

La autoconvocatoria de protesta ciudadana ha generado el temor de la coalición gobernante

A través de la historia peruana, los jóvenes han sido protagonistas en momentos decisivos para el retorno a la democracia. En cada una de las diferentes crisis que ha atravesado el Perú, han sido los jóvenes quienes han recordado que la democracia se defiende, a veces, en las calles.

El último sábado, esa historia volvió a escribirse en las calles. Miles de jóvenes, convocados de manera espontánea a través de redes sociales, salieron a protestar contra el Gobierno y el Congreso por la llamada “reforma” fujimorista del sistema de AFP. Dicha ley conmina a los trabajadores independientes a pagar un fondo previsional en cada recibo por honorario que emitan.

La movilización obligó al oficialismo y a los partidos que aprobaron la ley —Renovación Popular, Fuerza Popular y Alianza para el Progreso— a retroceder y hasta plantear la derogatoria de su propia norma. En ese sentido, ello revela que los jóvenes, además de expresar su indignación, son capaces de torcer el brazo al poder cuando este se deslegitima.

Lo más revelador es que esta reacción política no fue provocada por una movilización de la magnitud de las marchas que siguieron al intento de golpe de Pedro Castillo ni al inicio del actual Gobierno de coalición autoritaria. Bastó una protesta juvenil, mucho más acotada en número, para que el Congreso y el Ejecutivo se apresuraran a retroceder.

Esa reacción, casi de reflejo de trauma, demuestra el enorme temor que el poder le tiene hoy a que las protestas sociales que involucren jóvenes se desaten y se expandan; y por supuesto, a que la indignación ciudadana se convierta en una ola capaz de arrastrar sus privilegios y pactos contra el Estado de derecho y la democracia. El miedo del Gobierno y del Congreso es, en realidad, la confirmación del poder real que los jóvenes están ejerciendo.

Si son capaces de movilizarse y hacer retroceder a quienes intentan traicionar la democracia, también pueden convertirse en arquitectos de un nuevo pacto social. Ese pacto deberá ser más justo y más transparente. Ese es el desafío y también la promesa de esta generación.