Columnista invitado. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.

Miraflores, la semilla del autoritarismo, por Rafo León

La gestión de Carlos Canales como alcalde de Miraflores está concentrando críticas ciudadanas que van más allá de una serie de obras mal configuradas. Lleva a la preocupación por un estilo autoritario que podría extenderse al país entero.

No tolera la crítica. Su reacción a la discrepancia consiste en tratar de anular al otro, amenazándolo, aplicándole arbitrariamente sanciones derivadas de una ley leída con malos ojos, desacreditándolo. Miente a su antojo y distorsiona la realidad. La ley se la salta a la torera. Trata a sus gobernados como súbitos de un rey. No admite la disidencia entre sus colaboradores. Su estilo público está marcado por la arrogancia, el insulto, la omnipotencia y la descalificación. Considera que la masa es incapaz de criticarlo. Detesta a sus gobernados.

¿Suena conocido? Se trata del perfil de una autoridad propio de dictaduras como la cubana, la nicaragüense, la venezolana. Sin embargo, en la década en curso aparecen nuevos personajes en el escenario mundial, ocupando distintos niveles de poder que se aúpan en una posición de derecha extrema, enemiga del progresismo, del WOKE, de los derechos civiles, de la existencia del Estado, de la vigilancia ciudadana y en general, de la activa vida en una democracia sin recortes.

Bolsonaro, Milei, Bukele y por sobre ellos, Donald Trump. Y en Europa, Melloni, Orbán, Ayuso, et al. Entre nosotros hartos ministros y congresistas babean por instaurar ese autoritarismo. Renovación Popular encaja con los rasgos planteados al inicio de esta columna, y que crece, sobre todo en la capital, al haber colocado alcaldes en distritos de clase media y clase alta, como son entre otros, La Molina, Barranco, Santa Beatriz, San Isidro, Lince … y Miraflores.

El actual alcalde de Miraflores es Carlos Canales, muy cercano a Rafael López Aliaga, venido de las canteras del turismo en una ubicación muy conveniente entre agente del sector privado, prolongada cabeza gremial y proximidad con el ministerio respectivo en calidad de asesor.

Desde el primer día de su gestión, Canales comenzó con prepotencia, sacando de los parques a todo aquel que estuviera practicando deportes o tai chi y hasta meditando. La reacción de los afectados fue inmediata y Canales tuvo que retroceder.

Luego vinieron las obras que ya había aprobado el anterior alcalde, Luis Molina, pero que no se habían iniciado. Quizás la más sonora sea hoy el fatal puente celeste que une Miraflores con Barranco, sin tener cuándo terminarse, con adendas presupuestarias que han elevado el coste de la obra a treinta millones de soles, fondos que salen del plan Con Punche, del Mincetur. Un mamarracho que corta el paisaje natural dado entre dos acantilados con el océano como horizonte, con serias dudas sobre su buena ejecución. Sin contar con que al primer contratista se le pagó el 90% de lo presupuestado, feliz el otro se mandó mudar dejando la obra en pañales. En el camino la obra se destartaló y para su rescate, se instaló una gigantesca grúaen la bajada de Armendáriz, lo que obligó a trastornar el tránsito de una manera insoportable para el automovilista y lo más grave, sin fecha para revertir el daño. Hay que decir que uno de los más graves impactos que reporta la gestión de Canales se aprecia en un descontrolado tránsito,producto de obras en las pistas y veredas, hechas todas a la vez y sin orden ni concierto.

En paralelo estropicios como la “remodelación” de Comandante Espinar, tala árboles y siembra de cemento en veredas gigantescas, ciclovías que no van a ninguna parte, bancas colocadas de manera peligrosa para el visitante. Obra que se encuentra en 37% de ejecución, mientras Canales afirma que ya está concluida. Un teleférico –sin pies ni cabeza- debe unir el parque Domodossola con la paya Los Pavos. Sin embargo, de esta obra solo conocemos la demolición del muro en el parque y un terral caótico que se va a quedar así porque la obra está paralizada.

Hay más, mucho más. Lo que desata marcadamente la indignación de los vecinos es la proyectada “remodelación” del óvalo 7 de Junio. Un proyecto salido de la manga pretende retirar las antiguas palmeras y las jardineras del pequeño parque, y reemplazar la hermosa pileta de clásico estilo de los sesenta, por la base de unas fuentes cantarinas y danzarinas sobre las que se proyectarían hologramas con luz y sonido. Realmente un atentado contra el patrimonio y el buen gusto, financiado por el Plan Copesco Nacional, y que se pretende sacar adelante sin consulta vecinal, algo a lo que la ley obliga.

Desde 2024 un grupo activo de vecinos comenzó a manifestarse contra la gestión de Canales, se consiguieron 9000 firmas para revocarlo pero fueron insuficientes. A pesar de ello los vecinos se siguieron manifestando, y desde hace un par de meses ya es habitual que los sábados a las cinco de la tarde, miraflorinos y no miraflorinos nos instalemos por una hora a reclamarle a Canales por mayor transparencia, pues son ya más de 30 contratos entre empresas no calificadas y la municipalidad, que huelen muy mal. También exigimos el respeto a las áreas verdes, pedimos un estilo dialogante en la gestión y el rescate del estadio Bonilla, descalificado en su momento por razones de seguridad que parecen no contar para Canales pues tiene programado construir allí mismo un centro de convenciones, que en nada beneficia a los vecinos.

Lo que ocurre en Miraflores es la maqueta de lo que podría pasarnos en el país entero, si acaso ganara las  elecciones  nacionales el partido de Lopez Aliaga, u otros de la misma laya. En estos momentos hay que poner la vista fija en Miraflores, en el estilo del alcalde actual, en las consecuencias que todo esto tiene no solo para la calidad de vida del ciudadano sino también, y básicamente, para la vigencia de la democracia. No estamos ante el capricho aislado de un alcalde tiranuelo en la tierra privilegiada de unos peruanos privilegiados. En absoluto. La gestión de Canales está marcando la pauta de lo que sería un gobierno de la ultra derecha que nada tiene de liberal. La reacción de los ciudadanos crece sábado a sábado, en plantones breves y contundentes, que cada vez reúnen a más participantes. En respuesta, el alcalde nos mete música a todo volumen, vallas, decenas de policías y serenos. Hasta el párroco de la vecina iglesia de la Virgen Milagrosa se ha manifestado en una homilía, pidiendo quelas autoridades escuchen a su pueblo.

Miraflores es el globo de ensayo entre nosotros, de la peor de las opciones políticas en juego en el plano internacional. Si permitimos que esta se expanda y agarre más poder, podremos terminar en la alucinación autoritaria, opaca y violenta, que nadie quiere, pero que podría imponerse con combo y patada.

Columnista invitado

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