Opinión

Las coincidencias entre el caso Sodalicio y el cardenal Cipriani

Hay que proponer, como el Papa Francisco, poner a las víctimas en el centro de las preocupaciones.

Editorial
Editorial

Pese a tratarse de temas inconexos, irremediablemente, la denuncia publicada por El País de España sobre los cargos que pesaron contra el cardenal y exarzobispo de Lima Juan Luis Cipriani, perteneciente al Opus Dei, para su retiro anticipado por orden del papa Francisco, nos lleva directo a la otra gran acusación contra el Sodalicio, movimiento católico que también vive sus últimos días a la espera de la documentación papal que organizará el cierre definitivo.

¿En qué se parecen? Básicamente, que en ambos casos han debido transcurrir décadas para que las denuncias encuentren un curso capaz de establecer la justicia para las víctimas. La vinculación con el poder político y económico de ambas instituciones religiosas (Sodalicio y Opus Dei) hizo posible que se acallen las demandas y se persiga a quienes lograban romper el cerco y trataban de hablar libremente de lo ocurrido.

También, el fondo de la denuncia; es decir, el ejercicio de agresión sexual y otros tipos de violencia contra menores de edad y sobre quienes mantienen autoridad, ya sea porque se está a cargo de la educación o por labor pastoral; resulta otra coincidencia que debe llamar a reflexión.

Finalmente, que ambas hayan ocurrido en la sociedad peruana, tan conservadora y dispuesta a mantener en silencio las acciones punibles de quienes considera sus mejores representantes. Ha llegado el momento de revelar la verdad, por dolorosa que esta sea.

Así como hace el papa Francisco, debemos poner en el centro de nuestra preocupación a las víctimas. A esos hombres y mujeres de hoy que en su niñez o adolescencia cayeron en las manos equivocadas y ajenas a los caminos de Dios. Y hacer todo lo posible para que estos hechos no se repitan. Todos los niños merecen vivir seguros y queridos, ya sea en su casa, en la escuela y en la parroquia. En tiempos violentos como los actuales, es menester garantizar una generación sana física y mentalmente. Y es obligación de la comunidad lograrlo. Roto el silencio, solo nos queda la reparación y las medidas específicas para que no se vuelva a repetir.