Regalándole el país a la anarquía, por Pedro Castro Balmaceda

 No digan que nadie les advirtió lo que se nos venía en el 2026

El Congreso, con esos aires de dictadorzuelo, pretende, nuevamente, cambiar la Constitución Política del Perú. Bancadas buscando aprobar una ley de reforma constitucional del artículo 99 para incorporar a los titulares del sistema electoral en el procedimiento de acusación constitucional. La finalidad consiste en controlar las próximas elecciones a su antojo y tener el poder de destituir al jefe del JNE, ONPE y RENIEC por cualquier motivo sea considerado por ellos como una “infracción a la Constitución”.

Este tipo de proyectos legislativos suponen escenarios tan peligrosos que al tener a gente totalmente ignorante en derecho constitucional, ideologizadas, y que actúa bajo intereses subrepticios y enconos, actuarían gracias al poder que buscan lograr para cambiar los resultados de unas elecciones democráticas.

Y en este interín de pactos de corrupción entre Dina Boluarte y el Congreso, los únicos que avanzan a galope tendido, sin hacer ruido y sigilosamente, es el expresidiario Antauro Humala, quien lidera encuestas con su partido llamado Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros - A.NT.A.U.R.O . Paralelamente, el ex primer ministro del presidiario Pedro Castillo, Aníbal Torres, también viene impulsando la inscripción del partido político Adelante Pueblo Unido - APU, agrupación que ya cuenta con la reserva del nombre en el Jurado Nacional de Elecciones y el cual está en proceso de recolección de firmas. 

¿Acaso esta derecha estéril e intransigente y los escombros de la actual izquierda tribal, que fungen en la actualidad como socios en el Congreso, se han tomado el mínimo trabajo de analizar si es que con sus “gallos que no dan pelea” podrían ganarles a unos frenéticos desbocados como Antauro Humala o Aníbal Torres?

Sabemos que Keiko Fujimori es el primer descarte, porque si no pudo con un cenutrio Pedro Castillo, no podría ganarle a nadie más. López Aliaga, embriagado de petulancia, probablemente no asistiría al debate presidencial y perdería por walkover. De César Acuña y su disfunción oral, solo quedan los memes. Y de Verónika Mendoza, únicamente se recuerda que, en el momento de mayor podredumbre del gobierno castillista, ella y sus “aliados” guardaron un silencio cómplice, degradante e indeleble. El resto de los candidatos a presidiarios -que quieren ser presidentes de este país, cada vez más ancho y ajeno- aún no suman a la estadística. 

Si la clase política actual no se sienta en una mesa redonda a buscar consensos, alianzas partidarias entre los bloques de derecha, de izquierda y de centro en pos del bienestar del país, los únicos beneficiados serán los extremistas, sus seguidores y esas grandes mayorías que sienten representatividad en sus discursos radicales. Pero luego, no digan que nadie les advirtió lo que se nos venía. Cuando en el 2026 se pregunten -con voz de presumidos y tontos consumados- cómo pudo suceder a una segunda vuelta entre estos dos delirantes anarquistas que el mismo Congreso nunca quiso inhabilitar de la función política.

Pedro Castro Balmaceda

Piurano, Comunicador Social y Administrador. Fui periodista más de un lustro y desde hace una década trabajo en Relaciones Comunitarias, pero siento que entre ambas profesiones existe una similitud: la sensibilidad social. Me gusta leer y escribir, tengo cuentos sin publicar y una novela a mitad de camino por falta de inspiración y valentía.