El allanamiento a la casa de Juan Carlos Tafur y la incautación de sus teléfonos y laptops es el caso más reciente de autoridades, desde fiscales o jueces, hasta congresistas, que creen tener el derecho a inmiscuirse en el trabajo de los periodistas y exigir, con distintos mecanismos, la revelación de las fuentes que generan la información de sus investigaciones, un hecho que produce profunda preocupación, pues erosiona el fundamento de la prensa libre.
No es que los periodistas sean intocables para delinquir con impunidad. Pero la incautación de teléfonos o laptops implica al acceso a sus fuentes y al contenido ofrecido por estas, lo que destruye la posibilidad de informar a la sociedad de hechos como la corrupción, lo que perjudica, en primer lugar, a la ciudadanía, que no podrá estar informada de hechos de interés público que tiene derecho a conocer.
Siendo ese el asunto central en la relación periodista-fuente, el acceso de fiscales y jueces a esa información debe estar muy bien fundamentada y debe ser una opción extrema.
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Un periodista no comete un delito al tomar contacto con fuentes para obtener información, aun cuando estas sean delincuentes. El oficio demanda, precisamente, acercarse a toda persona que pueda ofrecer información que permita acercarse a la verdad.
El periodista puede, también, tener acceso a funcionarios de todo nivel y dependencia que ofrezcan información reservada, y eso no puede ser castigado. Sería, en todo caso, responsabilidad del funcionario que la entrega, pero nunca del periodista, cuyo trabajo es recoger información por cuanto medio pueda que le permita proveer de conocimiento valioso, por ser de interés público, a su audiencia.
Finalmente, aunque parezca ocioso decirlo, se debe recordar y defender el que un periodista tiene el derecho de opinar con libertad sobre cualquier hecho, de la forma y orientación como lo crea conveniente, sustentado en la información que crea apropiada, aun cuando ello les parezca políticamente incorrecto a muchos, algo que deben tenerlo en cuenta las autoridades que hoy ejercen su poder con prepotencia, o quienes profesan gran intolerancia en estos días por creer que ‘su’ verdad es la única correcta.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.