El Perú cuenta con una gran tradición agraria, y una muestra de esto es que los antiguos peruanos tuvieron la sabiduría de ampliar la frontera agrícola cultivando tierras, a través de andenes y camellones, porque en el país siempre ha existido “hambre de tierras”. Domesticaron diversas plantas, entre alimenticias, medicinales e industriales, de las cuales destaca la papa, que salvó a Europa de la hambruna.
Luis Valcárcel decía: “El Tahuantinsuyo fue una gran empresa donde no hubo hambre”. En contraposición, en el Perú de hoy, la inseguridad alimentaria y las necesidades humanas han crecido junto con la densidad poblacional. Lo cual de por sí constituye un acto de injusticia.
“La tierra constituye un instrumento de justicia”, que requiere mantener su equilibrio con el hombre y el agua. Ante ello, es menester fortalecer las políticas públicas con el objetivo de apoyar el desarrollo de la agricultura, en especial la familiar, que en estos momentos está olvidada y desatendida a nivel nacional. Urge proteger los valles agrícolas interandinos y los que están alrededor de las ciudades, las cuales están creciendo sin un plan de desarrollo urbano y con ausencia de un ordenamiento territorial. Asimismo, la desertificación provocada por la deforestación debe ser detenida.
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La actual estructura sectorial, desde el Ministerio de Desarrollo Agrario hasta los Gobiernos regionales, no responde al objetivo de fortalecer a la agricultura. Por lo que los agricultores, de manera mayoritaria, están confinados a la subsistencia a diferencia de la atención que ha captado la agroexportación. El Gobierno nacional ha trasladado a las regiones su burocracia y su planilla; las agencias agrarias requieren ser fortalecidas para que tengan la capacidad de responder y satisfacer las necesidades de los hombres y mujeres que cultivan la tierra. Las carreras de ciencias agrarias y la formación de técnicos agropecuarios deben ser fortalecidas.
El hombre y la mujer del campo son grandes emprendedores, ambos entregan su vida para cultivar la tierra, producir el alimento cotidiano y, además, madrugan para pastar su ganado y regar sus cultivos. Cuidan su capital y ven a su tierra y ganado como una renta. Planifican sus siembras, sus cosechas y la crianza de sus animales menores, cuya comercialización es parte de su ingreso familiar. Su mundo es real y duro, pero este ha fortalecido su carácter y acrecentado su desconfianza, al no encontrar apoyo en los diversos estamentos del Gobierno, por lo que muchas veces acuden al reclamo beligerante. En la cadena de comercialización, el agricultor es el menos favorecido, y los intermediarios son los que más se benefician.
Es tiempo de consolidar la justicia agraria dándole al agricultor la asistencia técnica que necesita, con el objetivo de mejorar la productividad de sus tierras, desde el análisis de suelos, información sobre mercados, créditos, seguro agrario, apoyo en la comercialización y títulos de propiedad. Asimismo, facilitar la construcción y modernización de la infraestructura: canales de irrigación, centros de acopios, bancos de semillas, vías de comunicación y energía eléctrica.
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El Gobierno nacional debe impulsar la agricultura de precisión, a través del uso intensivo de las tecnologías como la inteligencia artificial, riego tecnificado y drones; fomentar la identidad digital y la biotecnología, y brindar información sobre las tendencias de los mercados. Además, controlar la calidad y uso de los insumos como pesticidas, plaguicidas y herbicidas.
La justicia agraria también pasa por el desarrollo rural, a partir del cual se cree un fondo de vivienda con agua y saneamiento de calidad, mejoren sus escuelas y establecimientos de salud con acceso a internet y doten de energía trifásica, para industrializar su producción. Todo esto permitirá la evolución de la agricultura y reivindicar a nuestros agricultores.
Ingeniero Electrónico con maestría en administración de empresas. Con experiencia profesional como gerente de empresas tecnológicas, profesor universitario, congresista de la república y gobernador regional. Impulsor de la transformación digital del Perú. Demócrata por convicción, apasionado por la grandeza del Perú y el talento de los peruanos.