La construcción emprendida por los EEUU de un puerto de emergencia, que se supone será transitorio y estará listo en unos dos meses, es señal de cambios importantes en las relaciones Washington-Tel Aviv. Los cambios iniciaron cuando subía el conteo de muertos en la contraofensiva israelí al atentado de Hamás.
El puerto, concebido para desembarcar ayuda humanitaria para los palestinos gazatíes al filo de sucumbir a la inanición, tiene visos de un desenganche práctico de Joe Biden respecto de la política de Benjamín Netanyahu. Los demócratas no van a permitir que la tozudez del líder israelí les arruine la elección presidencial de noviembre próximo.
Lo que está en juego es la naturaleza de la alianza entre los dos países, que hasta ahora parecía incondicional por parte de los EEUU y entre iguales. Para las comunidades judías de occidente, algunas de ellas acosadas por un creciente antisemitismo, es una dolorosa encrucijada. Más aún para las comunidades de los EEUU, que ven tomar mutua distancia dos pilares de su identidad.
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Es sintomático que Netanyahu esté pidiéndole a Biden que los EEUU se abstengan de seguir hablando sobre una “solución de dos Estados”, que Israel petardea desde hace decenios. El significado del pedido es un temor a no poder volver al statu quo previo a esta guerra. Biden no le ha hecho mucho caso. Tel Aviv había comenzado a reforzar el statu quo con una muy avanzada alianza con Arabia Saudita, que Hamás-Irán liquidó. Ahora el argumento de Gaza ha volcado a todo el Medio Oriente contra Israel.
El puerto humanitario de Gaza tiene como valor simbólico que Israel, y por extensión el pueblo judío, está perdiendo el peso moral que tenía en el drama víctimas-verdugos en el mundo. De consolidarse, la pérdida sería enorme, en lo espiritual, lo nacional, lo geopolítico. En tal medida el puerto es un aviso.
La política de Netanyahu le permite a Hamás seguir traficando con rehenes israelíes, y al mismo tiempo con una población palestina a la cual sus propios líderes han lanzado hacia él hambre y la enfermedad. Terroristas que sin empacho alguno se colocan en la cola de las víctimas.
El puerto no va a resolver el problema de la zona, pero que ayudará a poner las cosas bien en focos, al evitar que avance la catástrofe producida por esta danza de venganzas.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).