Hace un año, Pedro Castillo intentó un golpe destinado al fracaso. No lo apoyaban los poderes fácticos, las Fuerzas Armadas ni el poder económico. Ni un soldado se rebeló con él. Por la tarde, el Congreso ya lo había vacado en un proceso exprés y la policía ya lo había detenido.
Es difícil entender esta fuga hacia adelante. El realismo político indicaba que ese golpe no funcionaría, más allá de cualquier valoración moral. La consecuencia previsible era un contragolpe de la oposición, que encarnaba todo lo que ya sabíamos: autoritarismo, sabotaje a la lucha anticorrupción, desprecio por los derechos humanos y, para colmo, reafirmación del modelo económico.
Ahora tenemos todo lo que Castillo anunció, pero al revés. Control de los poderes Legislativo y Ejecutivo, de la Fiscalía, del Tribunal Constitucional, de la Defensoría del Pueblo, todo en manos de esa mayoría “hechiza” comprometida en un pacto de impunidad y una agenda antiderechos.
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Un autoritarismo al servicio del poder empresarial (que dice “sí, señor” a todo lo que le pidan los gremios mineros o pesqueros, por ejemplo). Que desmantela la regulación estatal sobre los privados que hacen negocio con derechos elementales (la educación, por ejemplo). Que desarma lo avanzado en derechos de las mujeres, y de los pueblos indígenas. La cereza de la torta, el indulto trucho. Un retroceso en la agenda popular y democrática.
¿Por qué Castillo precipitó un desenlace predeciblemente contrario a los intereses populares que él decía defender? En la práctica, fue una renuncia a hacer política —en serio— para lograr objetivos políticos. Un acto “testimonial” dirigido a su nicho político para crear un “mártir”. Una decisión irresponsable, en el sentido de no hacerse responsable de las consecuencias de regalarles el poder a los que ni siquiera habían querido reconocer el resultado de las elecciones, que son quienes hoy están gobernando.
Lima. Periodista con estudios de maestría en comunicación política y periodismo ambiental, docente universitario e investigador y activista en temas de comunicación, derechos humanos, política y ecología.