Dado que la corrupción ha capturado la certificación en los estudios universitarios, no tiene sentido que los centros de estudios respetables y eficaces se anuncien como licenciados por la Sunedu. Pues con cada nuevo día eso está pasando a no significar nada. Algo así como una falsa fachada de solvencia académica.
Salir a buscar garantías de esa solvencia en un Estado capturado por los negocios que hacen de la educación superior una difundida estafa es una forma de complicidad. Mejor resultaría establecer instituciones privadas para extender esas garantías. Instituciones privadas que tendrían que ser ellas mismas solventes para mantenerse en el mercado.
Hasta acudir a un servicio de otro país que revise y certifique sería mejor que poner el prestigio de una buena universidad local en manos del garito en que ha sido convertido la Sunedu. La sigla simplemente ha pasado a significar algo muy distinto que antes. Podrían ser siglas de Su Negocio Durará, sin problemas.
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Liquidados el prestigio y la confianza automática que tenían las autoridades universitarias en otros decenios, esa debacle se ha cargado de paso el sentido de los títulos académicos y profesionales otorgados “A nombre de la nación”. Las licencias de la nueva Sunedu permiten la proliferación de la universidad y el título bambas.
Sin embargo la sociedad necesita un mecanismo que oriente la inversión de los jóvenes y sus familias en educación, la contratación de profesionales en las empresas, el reclutamiento de cuadros en las más variadas actividades privadas o públicas. La Sunedu ha dejado de ser ese mecanismo, y este Gobierno no lo reemplazaría para bien.
A la vez es cierto que el negocio universitario bamba no necesita prestigio alguno. Su combustible es la urgencia de la juventud, necesitada de algún papelito que la vuelva algo más empleable, si acaso. La presión por instalar más negocios educativos, con Sunedu, Minedu o lo que sea es creciente, dentro o fuera del Congreso.
En esta etapa la nueva Sunedu fabricada desde el Congreso se está concentrando en apañar malas universidades y hacer una vista gorda de todo tipo. Pero no va a tardar mucho en empezar a atacar a las buenas universidades, una manera más de borrar las diferencias y darle más chance a los artistas de la caja registradora.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).