Una sorpresiva e inoportuna lluvia encendió, nuevamente, las alertas sobre la probable llegada del fenómeno El Niño en la ciudad de Piura. Estas alarmas vienen acompañadas de pánico, terror y desesperanza al recordar la crítica situación que se vivió en Piura durante los tres meses que duró el periodo de lluvias del 2017.
Solo como un simple recorderis, según cifras oficiales del Centro de Operaciones de Emergencia Nacional - COEN: miles de viviendas quedaron anegadas por las lluvias y el desbordamiento del río Piura. Toda esta seguidilla de tragedias provocó 18.900 damnificados, 255.000 afectados y 6 fallecidos. Colapsaron 2.250 viviendas, 46.000 estaban afectadas y 2.100 inhabitables.
Seis años después no se ha hecho absolutamente nada. Tanto así que, si en el 2017 el río Piura se desbordó por el lado de Castilla con un caudal de 3.100 metros por segundo, hoy, con un río totalmente colmatado, sedimentado y repleto de lo que dejó a su paso el caudal de las lluvias pasadas, estamos hablando de una alta probabilidad de que se pueda desbordar con 2.500 metros por segundo o menos.
PUEDES VER: El blindaje de Soto
El Gobierno central nunca ejecutó con premura lo que sabía, por los especialistas, que necesitaba prioridad, transparencia y honestidad, mientras que nuestras autoridades locales y regionales (al menos los incapaces de Servando García y Juan José Díaz) solo se dedicaron a cacarear por presupuesto para ejecutar obras menores o pistas con expedientes mal elaborados. No sirvieron de mucho, diría, no sirvieron de nada.
El problema de la mala gestión del río Piura, es que nunca existió una gestión en sí misma, nunca se ideó un plan para evitar inundaciones o un diagnóstico de especialistas en la materia que previeran o nos advirtieran del desastre que esto provocaría a futuro. Es casi lo mismo que pasa con todo tipo de gestión de servicios en Piura.
No tenemos agua, y no porque no se haya privatizado la EPS Grau (esa no pasa a ser la solución), sino porque durante décadas no hubo planeamiento estratégico ni un estudio adecuado de riesgos, mucho menos optimizaron procesos, simplemente siguieron en piloto automático esperando el paso del tiempo. Es casi lo mismo que pasa con nuestras autoridades actualmente, inútiles para dar soluciones, pero hábiles para los negocios bajo la mesa.
Piurano, Comunicador Social y Administrador. Fui periodista más de un lustro y desde hace una década trabajo en Relaciones Comunitarias, pero siento que entre ambas profesiones existe una similitud: la sensibilidad social. Me gusta leer y escribir, tengo cuentos sin publicar y una novela a mitad de camino por falta de inspiración y valentía.