Hace más de un mes el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión social cerró sus puertas al público a causa de una medida de clausura temporal impuesta por la Municipalidad de Miraflores y cuyo antecedente fueron las declaraciones del hoy alcalde de Lima, en las que atacaba este espacio y proponía ceder su administración a las Fuerzas Armadas para “poner orden en la narrativa”.
Pero, ¿qué es lo que irrita tanto del LUM al sector político autoritario, negacionista y antiderechos hoy en el poder? Pues, le irrita que se cuente la historia completa del conflicto armado interno que se vivió en el país entre los años 1980 y el 2000. Le perturba sobremanera que se narre las espeluznantes atrocidades cometidas por los grupos terroristas Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), las muertes y el dolor que causaron a nuestro país, a la par, se da cuenta del terror, muertes y desapariciones perpetradas a manos de las Fuerzas Armadas.
Este sector, que celebró el cierre del LUM, es el mismo que se opuso férreamente a la creación de la Comisión de la Verdad, en el Gobierno de la Transición Democrática, y que denostó su contundente informe, conclusiones y recomendaciones, una de ellas, precisamente, la creación de un espacio de memoria, y que, además, durante estos 23 años se ha dedicado, con total cinismo, a intentar reescribir la historia sobre la base de una falsa narrativa.
La apertura del LUM, sin duda, es un logro ciudadano frente a este sector que arremete contra nuestros derechos, entre ellos, el derecho a la memoria y a la verdad.
Sin embargo, en el momento político que vivimos, con una coalición autoritaria gobernante dispuesta a acabar con todo aquello incómodo a sus intereses, necesitamos asumir un activo compromiso ciudadano con la verdad y la memoria, ello implica sumarnos a la tarea de frenar la desinformación y la mentira y desmantelar con verdad los bulos, negacionismo y posverdad que, impunemente, se repiten sin freno y que es momento de parar.
Ahora es cuando corresponde a la ciudadanía disputar firmemente el relato de la verdad y memoria sobre nuestra historia, especialmente cuando proyectos, como el aprobado en el Congreso de la República sobre la declaración “de interés nacional la introducción de contenidos curriculares sobre Educación Cívica e historia del terrorismo”, se orientan a instalar una falsa narrativa y desconocen lo ya previsto sobre historia y formación de ciudadanía en el currículo nacional, sus enfoques, competencias y capacidades en las que ya se apuesta por la reflexión autónoma y crítica y el compromiso con una sociedad más justa. A los convencidos de la trascendencia del LUM para sanar nuestras heridas colectivas con el favor de la verdad, la memoria, la justicia, la reparación para la no repetición y a sus detractores queda emplazarlos: ¿Queremos conocer la historia completa? Vayamos al LUM.