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Buscando ayuda afuera, por Mirko Lauer

“¿Hay real desesperación detrás del pedido a la OEA? ¿O simplemente el deseo de hacer más bulla? Se sabe que la danza de la Carta Democrática no conduce a ninguna parte. Más bien el pedido de Pedro Castillo terminará de difundir...”.

¿Hay real desesperación detrás del pedido a la OEA? ¿O simplemente el deseo de hacer más bulla? Se sabe que la danza de la Carta Democrática no conduce a ninguna parte. Más bien el pedido de Pedro Castillo terminará de difundir por todas partes la performance delictiva de su gobierno, y sus intentos de bloquear las investigaciones.

La mayoría de los gobiernos de la OEA lo va a pensar mucho antes de extenderle a Castillo el certificado de honestidad que él busca. La opinión pública mundial, al menos la de los interesados en el tema, tiene a este presidente como un individuo de mala catadura, como hay más de uno en el poder de América Latina, todos proclamando su inocencia.

Hace pocos días el influyente diario español de derecha El Mundo titulaba “Mujer, cuñados, sobrinos… La familia corrupta del Presidente del Perú”. Luego viene una historia de escándalos que no cesan, el más reciente en ese momento la búsqueda de asilo en Venezuela para la parentela y el entorno ocultos de Castillo.

Por los mismos días el periódico español de centro El País editorializaba que “el mandatario, en lugar de rebatir las acusaciones y tratar de desmontarlas con argumentos, ha agitado el fantasma del golpe de Estado y recurrido a altas dosis de dramatismo al afirmar que está dispuesto a sacrificarse”. Hay un obvio retintín de burla en el párrafo.

Estas son opiniones de la prensa internacional, la misma a la que Castillo soboneó para postergar a los medios locales. ¿La cúpula de la OEA conducida por el flexible Luis Almagro se va a lanzar contra las opiniones de la prensa occidental? En realidad puede hacer lo que quiera, pues los efectos van a ser casi nulos. Hace mucho que la OEA no corta el jamón en las Américas.

El editorial de El País recoge la frase de Castillo “Acá estoy, y si tiene que correr mi sangre por la calle en beneficio de este pueblo, lo tengo que hacer”. Lo que corre no es sangre, sino dinero por los vericuetos de una compadrería que él defiende por todos los medios de propiedad pública a su alcance.

La justicia peruana podría cantarle a Castillo el viejo lema fidelista: “Con la OEA o sin la OEA, ganaremos la pelea”.

La República

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