Opinión

¿Urresti 2026?

“El exmilitar no da puntada sin hilo y, viejo zorro, sabe que el contraste de su moderada actitud con los desmanes porcinos...”.

Nunca pensé que alguna vez escribiría la siguiente oración, pero, comparado con las majaderas actitudes del virtual alcalde de Lima, Rafael López Aliaga; las de su derrotado rival, Daniel Urresti, parecen las de todo un estadista. Tras su derrota, Urresti no solo aceptó sin reparos la actuación de las autoridades electorales, sino que hasta envió cortés saludito al ganador, gesto que, en estos tiempos de zafiedad absoluta, reluce como un diamante. Bueh, un circón, pero algo es algo.

Entretanto, el susodicho, es decir, López Aliaga, se comportó como un miembro más de La Pestilencia (el grupete de terrucos de derecha que empujó su candidatura) y se dedicó a insultar a tirios y troyanos, alardear de una “victoria” que solo tuvo un cuarto del apoyo del electorado limeño, hacer ofertas faraónicas y echar espuma por la boca contra los “caviares”, esa subespecie política siempre funcional a los excesos verbales de la ultraderecha.

Y no es que nos creamos el cuento de que Urresti se ha vuelto un demócrata de la noche a la mañana. El exmilitar no da puntada sin hilo y, viejo zorro, sabe que el contraste de su moderada actitud con los desmanes porcinos del flamante alcalde (y uso “porcinos” no como adjetivo, sino en atención al apelativo que tanto le gusta usar), lo ponen pintadito como opción para el 2026, cuando él podría ser la alternativa que la derecha requiera para enfrentar al cuco de todos los cucos, Antauro Humala.

¿Y el Porky presidenciable? Ya fue. No precisamente porque haya jurado y rejurado que no abandonará sus responsabilidades como alcalde para candidatear (todos sabemos que el juramento de un político vale tanto como un dólar de plastilina), sino porque administrar Lima es una tarea complicadísima —peor para alguien blindado contra el diálogo como él— que lo rebasará. Además, todos sabemos que el cargo de alcalde ya ha sido tumba de muchas aspiraciones presidenciales más potentes y con mayor apoyo popular.