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Cuando jugamos todos

“Hoy estamos unidos, estémoslo siempre, pase lo que pase. Cuando jugamos todos, qué bonito es el Perú”.

¿Qué puede unirnos a los peruanos más que el fútbol? Podríamos decir que la comida, pero si tendríamos que escoger un solo plato que nos represente a todos, rápidamente emergerían los regionalismos y las preferencias por tal o cual plato. Podemos sentirnos muy orgullosos de nuestra gastronomía, pero no hay un solo plato que nos represente.

En el caso del fútbol es distinto. Podemos ser de un equipo o de otro y aun así estaremos unidos alentando a la selección. No importa si nuestra camiseta es oficial, comprada en el Jockey Plaza o pirata, de algún mercado en alguna región del país, igual estaremos abrazados sintiéndonos hermanos.

¿Por qué nos sentimos tan peruanos cuando juega Perú? ¿Por qué olvidamos nuestras diferencias? Es difícil racionalizar un proceso que es, en realidad, irracional (como todo sentimiento), pero una primera explicación se puede dar porque la selección peruana es la presentación del Perú, pero de manera despolitizada. Puede “x” jugador dar alguna opinión o preferencia política e inmediatamente será criticado, pero luego cuando le toque jugar será alentado para que acerque la pelota al arco. Y esto porque sabemos que los jugadores juegan por el Perú sin tener un interés oculto. Ellos, como nosotros, quieren ganar. Estamos en la misma línea. No hay un interés particular de ellos de engañarnos.

Ese sentimiento que tenemos al ir al Estadio, sabiendo que cada una de nuestras voces sumará, no es el mismo sentimiento que tenemos cuando vamos a una urna a elegir a nuestros representantes. Por el contrario, esto último genera divisiones (vaya que lo sabemos) y un clima polarizante. Mientras que en el fútbol podemos tener un jugador favorito, distinto al de nuestro vecino, pero todos apuntamos a un equipo que representa al país, a nuestro país.

Se trata por ello de un imaginario social que transmite no solo un sentimiento de esperanza, confianza y de fe (algo que no tenemos de nuestras instituciones públicas), sino que transmite esa visión compartida de futuro deseado. Todos queremos lo mismo.

¿Puede el fútbol ser el motor de una genuina identidad nacional? Depende. Si dejamos que el mercado lo haga todo (con la venta de camisetas –firmes o bambas–, polos con escudos, banderas, pasajes a Qatar), lo que se está creando es una idea imaginaria de comunidad, pero superficial, que no bucea en el núcleo de lo que se necesitaría para tejer un pacto social. Si no hay una política pública que tenga la intención de apuntar a esto, solo tendremos símbolos vacíos.

Una foto del presidente con Ricardo Gareca tampoco ayudaría. Por el contrario, hemos visto el rechazo que generó que algunos políticos vayan al estadio con entradas VIP del IPD, pese a que esto no era algo fuera de la ley. Esta no es la forma de incluir lo político para aprovechar el sentimiento de unión y convertirlo en tejido social sólido.

Para ello, necesitamos una política pública que tenga como objetivo devolvernos la confianza, primero entre nosotros mismos, que fortalezca este sentimiento de unión pero desde una perspectiva ciudadana, la cual es más poderosa que la de un hincha, pues puede influir más en las decisiones de la cancha.

¿Quién pone ese cascabel? Pues las condiciones políticas hoy no están dadas para enarbolar esa bandera desde el Estado. No obstante, esto no es un impedimento para que la sociedad civil se organice, recupere su valor y movilice esta ola.

Confieso que antes renegaba del fútbol. Lo veía como un distractor de la vinculación con el quehacer social de los ciudadanos. Pero desde que me metí a la ola del fútbol no es que me sentí más peruana necesariamente (porque ya tenía un gran sentimiento patriótico), pero sí me sentí más unida a todos. Por fin me sentía parte de un colectivo. Y esto es algo que se lo deseo a todos.

Hoy mientras ustedes leen este texto, millones de peruanos tenemos un mismo sentimiento: nerviosismo. Hoy estamos unidos, estémoslo siempre, pase lo que pase.

Cuando jugamos todos, qué bonito es el Perú.

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Alexandra Ames

Especialista en Políticas públicas efectivas. Jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico. Ha sido servidora pública de municipios y ministerios. También ha sido Secretaria Técnica del Social Progress Imperative para el Perú. Limeña, hija de padre puneño y madre moyobambina.