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Aquí está su tesis

“Los ignorantes que circulan titulados son publicidad negativa para quienes los ungieron en nombre de la nación. Por eso las buenas universidades defienden a la Sunedu, y las otras quisieran acabar con ella”.

La tesis universitaria y su sustentación ante un jurado son rituales arcaicos ante altares académicos. Pero a la fecha no se ha podido encontrar nada más moderno. Se necesita una prueba de que el alumno ha absorbido lo que el centro educativo le propuso, y un garante de esa prueba. Estado y centro de estudios juntos asumen esa tarea.

El tema de fondo en esto es el título profesional o académico, decisivo, y hasta indispensable para obtener un puesto de cierto nivel, o para avanzar en el que ya se tiene. Hubo un tiempo en que esto era una cuestión de mérito. Pero luego el título se volvió uno de los tantos carnets que se le enseña a quien controla la entrada a un lugar.

Cuando el título se volvió indispensable, la tesis, una de las condiciones para obtenerlo, pasó a volverse un angustioso rito de pasaje. Es allí que nace la deformación de la educación superior que en estos días se llama el mercado negro de las tesis. Así como muchas universidades se volvieron negocios, las tesis también.

Es fama que en algún momento Alfonso Barrantes se recurseó confeccionando tesis para estudiantes sin la capacidad de hacerlo. Nunca se le reprochó, al contrario: poder hacer una tesis siempre ha sido un timbre de orgullo, y hacerla para otra persona, más. Una práctica artesanal del engaño que luego se industrializó.

Con lo cual tenemos hoy titulados que probablemente no conocen la tesis que han presentado a su alma mater. Que sepamos, el magíster Pedro Castillo está muy lejos de querer hablar sobre el contenido de la suya, lo cual significaría volver a buscar ayuda. Su única respuesta ha sido lanzar reproches quejumbrosos frente a corrillos sin título.

Por otra parte, una tesis y el título que la acompaña no son mejores que la universidad que los ha emitido. Los ignorantes que circulan titulados son publicidad negativa para quienes los ungieron en nombre de la nación. Por eso las buenas universidades defienden a la Sunedu, y las otras quisieran acabar con ella.

Pero a la postre la prueba de la calidad de una tesis no está en el prestigio de sus garantes, sino en la idoneidad profesional o académica de quien se graduó con ella. Como estamos viendo.

La República

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