Opinión

Yakuqñan, caminos del agua, por Sandro Mairata

“Guiados por la voz en off de la actriz cusqueña Tania Castro, quien asume la personalidad de ‘el agua’, el filme nos lleva por los caminos del Ande y la selva peruana principalmente, con algunas incursiones en la costa”.

Espíritus de montaña. Yakuqñan, caminos del agua, es un impresionante registro documental del impacto de este elemento en las zonas remotas del Perú. Foto: difusión
Espíritus de montaña. Yakuqñan, caminos del agua, es un impresionante registro documental del impacto de este elemento en las zonas remotas del Perú. Foto: difusión

Por Sandro Mairata | @CINENSAYOLat y @smairata

Yakuqñan, caminos del agua tiene momentos de una prodigiosa cinematografía y es, sin duda, otro de los grandes estrenos del cine peruano de este año, que por lo visto se viene beneficiando de los pendientes dejados por la pandemia: semana a semana tenemos nuevos estrenos nacionales de muy alta calidad. Esto un saludable cierrabocas a quienes persisten con eso de que el cine nacional no ofrece nada o que simplemente “no es bueno”. Yakuqñan, caminos del agua es una experiencia que merece verse.

No podremos hacerlo en cines por decisión de su director, el experimentado Juan Durán, quien ostenta un extensísimo currículo como camarógrafo y documentalista y quien prefiere que llegue a la gente vía Internet. Eso sí, Yakuqñan… es un filme principista y apasionado –inevitablemente sesgado–, que a veces resulta apabullante.

Guiados por la voz en off de la actriz cusqueña Tania Castro, quien asume la personalidad de “el agua”, el filme nos lleva por los caminos del Ande y la selva peruana principalmente, con algunas incursiones en la costa. Las comunidades que dependen de los ríos y los recursos de la montaña son los protagonistas centrales y así saltamos de una instancia a otra, desde el puente colgante Queshuachaca (que se reconstruye cada año en junio) hasta diversas festividades y eventos masivos y volcamos hacia las familias awajún de la selva, organizadas para resistir la opresión de empresas mineras y madereras y de los operadores ilegales de estos rubros.

Durán inserta hermosas tomas en blanco y negro extraídas de su archivo personal filmadas en los años setenta –en un estilo visual típico de los documentales de la época– que se adecuan de modo sólido al guion y dividen a la cinta en dos partes visuales. La sección en color se beneficia de impresionantes tomas en dron –del cual se extrae todo su potencial– y del buen ojo de Durán, quien se esfuerza en exprimir todo el color de su realidad circundante.

Como decíamos, algunas cosas cansan. Asumo que en el proceso de edición no hubo quien pudiera imponerse a Durán y sugerirle cortar algo de metraje redundante. Enamorado de sus tomas, Durán deja pasar algunos movimientos accidentales del dron y persiste una y otra vez en el discurso ambientalista del texto leído por Castro abrazando el panfleto. Los únicos especialistas y científicos son los sabios y sacerdotes de cada comunidad, a través de quienes nos adentramos en sus cosmovisiones. Del mismo modo, la travesía de testimonios entre sierra a selva y luego costa y viceversa parece no tener más orden que el sentimiento del director –quien pasó años acumulando el material que tenemos en pantallas–.

Con todo, Yakuqñan, caminos el agua es un nuevo evento documental del cine peruano. Eso, al final, es lo que importa.

Ficha

Caminos de Agua

Espíritus de montaña. Yakuqñan, caminos del agua, es un impresionante registro documental del impacto de este elemento en las zonas remotas del Perú. Foto: difusión