Democracia en trance

“Esta cultura del alt-right penetra con facilidad en sociedades en donde existe una ciudadanía de baja intensidad y de gran desafección por el aparato público”.

La semana pasada hemos visto cómo la derecha radical ha sido protagonista de tomar las calles. Desde movimientos como el de ‘La Resistencia’ o la marcha a favor de la vacancia, se puede notar, con preocupación, un ataque a la débil institucionalidad democrática.

Pero la existencia de una derecha radical no es el problema. Una democracia debe permitir y tolerar la diversidad del pensamiento político, siempre y cuando no transgreda derechos. La protesta ciudadana es un derecho político fundamental que le recuerda a los políticos que estos han sido elegidos por el pueblo.

Pero el problema que estamos viviendo, como principal efecto de la polarización, es que está emergiendo un nuevo grupo subversivo con el mero interés de alterar el orden social, desestabilizar al país y a la propia institucionalidad pública.

Estos grupos dicen ser defensores de la libertad, pero amedrentan a quienes piensan distinto a ellos como mecanismo de censura. Dicen ser defensores de la democracia, pero no reconocen –acaso la actividad más simbólica de este sistema de gobierno– las elecciones. El objetivo de quienes hoy piden vacancia no es proteger al Perú, sino sumergirse en una guerra pírrica en donde el principal perdedor será la estabilidad del país, en términos no solo políticos, sino también económicos y sociales.

Ver a ‘La Resistencia’ actuar la semana pasada atacando a excongresistas como Lescano y Olivares me hizo creer que estaba viendo alguna película sobre ciudad Gótica, en donde un grupo de Jokers fuera de sí mismos toman las calles –y hasta la propiedad privada– para hacer daño, creyéndose más poderosos que el propio Estado de derecho o que la institucionalidad pública.

Estos grupos ven a los objetivos de desarrollo sostenible como inmorales, los cuales han logrado posicionarse gracias a ideas progresistas y, por ello, sienten la necesidad de establecer una “limpieza moral”. Les duele y sufren al escuchar un “buenos días con todes” y sus ritmos cardíacos, así como su respiración cambia drásticamente al enterarse de que se está convocando a una marcha feminista.

Esta cultura del alt-right penetra con facilidad en sociedades en donde existe una ciudadanía de baja intensidad y de gran desafección por el aparato público. Por ello, buscan que la gente pierda temor a tener actitudes racistas, xenófobas u homofóbicas. Recordemos que afuera de la casa de Lescano había una mujer que resaltaba como crítica la nacionalidad chilena de su esposa, lo que lo ponía a él como una especie de peruano traidor.

Este movimiento que se está gestando puede ser peligroso para la preservación o fortalecimiento de la democracia: ya hemos visto antes movimientos reaccionarios, pero esta vez son de derecha los que quieren patear el tablero. En las calles podemos ver quiénes son, y algunos ya están siendo investigados. Pero en la sombra existen personajes más peligrosos por el nivel de poder que tienen, o que creen tener. Estos personajes amenazaron a sus trabajadores con botarlos si votaban por la opción contraria al jefe. Buscan despedir a quienes votaron por el actual presidente, como venganza. Buscan sacar, presionar o censurar a periodistas y líderes de opinión de medios de prensa. Buscan presionar a universidades o colegios privados para que despidan a profesores que piensan distinto a estos porque no se está formando a las nuevas generaciones exactamente como ellos piensan. Estas actitudes antidemocráticas deben parar.

Es cierto que hay bajas capacidades en el actual gobierno, pero le toca a la derecha hacer una oposición funcional. Esta es su oportunidad para lucirse y posicionarse para las próximas elecciones. Pero mientras esta majadería política que pide vacancia los haga actuar como aves de rapiña, el Perú seguirá perdiendo.

Opinión

Opinión

Alexandra Ames

Especialista en Políticas públicas efectivas. Jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico. Ha sido servidora pública de municipios y ministerios. También ha sido Secretaria Técnica del Social Progress Imperative para el Perú. Limeña, hija de padre puneño y madre moyobambina.