El parlamentario Miguel Grau

“Grau había comprendido que nuestro país requería de una sólida institucionalidad que lo librase de las disputas entre los caudillos”.

El 27 de julio de 1834, hace 187 años y 73 días, nació en Piura el peruano más admirable de nuestra historia. El héroe máximo del Perú fue también político y, además de ser parte de la Marina de Guerra del Perú, perteneció a una de las instituciones más impopulares de nuestro país: el Congreso de la República.

Sí, Miguel Grau Seminario fue diputado por el Partido Civil, vinculado al presidente Manuel Pardo y a la Sociedad Independencia Electoral, más conocida como Partido Civil, el primer partido político del país, fundado como respuesta al predominio militar en la política peruana. Dicen los registros que, en 1854, se incorporó a la Marina, a la que serviría –con algunos intervalos en la Marina Mercante– hasta su gloriosa inmolación el 8 de octubre de 1879 en el combate de Angamos.

Su paso por el Congreso de la República: inicialmente, en 1868, resultó electo diputado suplente por la provincia de Paita –que por entonces comprendía 7 parroquias: Paita, Colán, Amotape, La Huaca, Sullana, Querecotillo y Tumbes–; y, en 1876, diputado propietario por la misma circunscripción hasta 1879. En sus recorridos por distintos países, incluyendo Europa, Grau había comprendido que nuestro país requería de una sólida institucionalidad que lo librase de las disputas entre los caudillos y brindase un ordenamiento jurídico estable a los ciudadanos.

Situación que, a la luz de los hechos, nada ha cambiado hasta hoy. Precisamente, luego de la elección de Pardo como presidente de la República, se produjo una intentona golpista encabezada por el coronel Tomás Gutiérrez y sus tres hermanos contra el gobierno de José Balta. Las cámaras legislativas, que en esos días estaban sumidas en Juntas Preparatorias, se reunieron en Congreso pleno y por unanimidad pusieron fuera de la ley a Gutiérrez y a sus cómplices.

Antes de terminar el acto, ochenta policías invadieron el salón de sesiones y por la fuerza de las armas obligaron a los representantes a retirarse del recinto legislativo. Los comandantes de las unidades de nuestra escuadra –entre ellos Miguel Grau– rechazaron el golpe de Estado. Durante su paso por el Congreso peruano, Grau elaboró un pormenorizado informe sobre el estado deficiente de los buques de guerra y las carencias de la Marina, formulando juicios que fueron una verdadera advertencia, un año antes del estallido de la guerra con Chile. Claramente, no le hicieron caso. Nunca, por cierto, firmó acta de sujeción alguna. Miguel Grau también fue un revolucionario en 1854, pero esa es otra historia.