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Horas sin redes

“¿Qué ha pensado el mundo durante las horas de silencio de las grandes redes sociales? Posiblemente que ellas iban a volver en unas horas, como de hecho sucedió. Pero la fragilidad revelada por el inédito apagón quizás deje un rastro en las consciencias…”.

Facebook, WhatsApp e Instagram desaparecieron de las pantallas por largas horas. Twitter y otras importantes redes siguieron funcionando. Pero con miles de millones de teléfonos afectados, la fantasía de un mundo sin comunicación digital volvió a instalarse en el imaginario mundial, como una de las posibles grandes catástrofes de la era.

Desde hace decenios las redes sociales son la punta de lanza de todo lo que nos arrastra hacia la globalización. La consciencia de esto comenzó con el concepto de aldea global lanzado por Marshall McLuhan en 1968, para referirse a los primeros efectos de la comunicación audiovisual. Ahora casi todos vivimos 24/7 en esa aldea.

Pero a estas alturas las redes sociales no solo nos vinculan con el mundo como totalidad. También manejan nuestras relaciones personales más estrechas. De un lado ellas permiten nuestro alcance global, pero de otro ellas son nuestra intimidad, al grado que a muchas personas ya les cuesta reconocerse en otra.

Los efectos de esta omnipresencia de las redes han empezado a ser considerados como parte de una crisis mundial que obliga a repensar la globalización. La utopía de la convergencia mundial hacia un creciente bienestar ha empezado a deshacerse por los bordes. Muchos ven la comunicación instantánea y universal como un acelerador de crisis.

Para algunos no es difícil asociar hoy el imperio de las redes con problemas tan serios como la creciente desigualdad, el cambio climático, las migraciones, e incluso la pandemia. Todo se remite al ubicuo e inocente teléfono, como instrumento de una avalancha de descontrol frente al avance de una globalización percibida como cada vez más peligrosa.

Según el filósofo Bruno Latour para la humanidad la esencia de este momento es la pérdida del suelo mismo que la sostiene. Mientras unos piensan en llegar al espacio exterior, fenómenos como el cambio climático o la ampliación de las migraciones o el Covid-19 hablan de una tierra que vamos perdiendo bajo nuestros pies.

¿Qué ha pensado el mundo durante las horas de silencio de las grandes redes sociales? Posiblemente que ellas iban a volver en unas horas, como de hecho sucedió. Pero la fragilidad revelada por el inédito apagón quizás deje un rastro en las consciencias, una duda sobre el futuro del presente instantáneo que vivimos.

La República

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