Comunistas como cancha

La firma del comunicado de Shanghai con los EE. UU. en 1972 ya había señalado la disposición de Beijing a comerciar con el mundo exterior.

A los 100 años de fundado el Partido Comunista de China tiene mucho que celebrar. Ha sacado a la mayoría de la población de la pobreza, ha diseñado un sistema de partido único y predominio estatal que funciona en la economía capitalista, ha hecho de China una superpotencia que hoy aspira a la hegemonía en el mundo, donde su prosperidad es un motor para muchas de las economías.

Ha sido un camino marcado por notorios cambios de rumbo, desde el campesinismo radical de sus primeros decenios, que desembocó en la ruptura con la URSS en 1960, hasta la ascensión al poder del dirigente pragmatista Deng Xiaoping en 1978, cuando la República Popular China ya había empezado a dejar atrás grandes porciones del dogma marxista-leninista.

La firma del comunicado de Shanghai con los EEUU en 1972 ya había señalado la disposición de Beijing a comerciar con el mundo exterior. Pero la hipótesis de que el capitalismo y las libertades económicas producirían en China cuotas cada vez mayores de democracia en el molde occidental hasta la fecha ha demostrado no ser cierta. La política del comunismo chino todavía goza de buena salud.

A pesar de las transformaciones ocurridas, el PCCh se ha mantenido aferrado a aspectos de su tradición, en la cual es importante la reverencia por Mao Zedong (1893-1976), en los últimos años de su vida derrotado por los reformistas encabezados por Zhou Enlai. Sin embargo en la China moderna casi no quedan rastros de la ideología maoísta, y menos de su revolución cultural.

Hubo un tiempo en que el maoísmo era una ideología de exportación, de donde surgieron partidos comunistas satélites, paralelos a los soviéticos, en casi todos los países del mundo. El gran viraje hacia el capitalismo convirtió al maoísmo original de todos esos partidos en una etiqueta con múltiples significados, según qué parte de los 100 años se privilegie.

El centro de este aniversario ha sido un discurso de Xi Jinping, donde el presidente chino le ha recordado al mundo que China no volverá a ser intimidada, y que su renacimiento es irreversible. Una referencia directa a los conflictos en torno de los mares y las islas que rodean al país, donde Beijing reclama derechos históricos.

La República

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