El Vraem, un drama interminable

La muerte de un efectivo de la Marina evidencia que sigue siendo una región turbulenta.

Nuevamente ha llegado una noticia terrible proveniente del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), ese lugar donde existe aún un grupo subversivo armado que actúa con crueldad y amenazando al Estado y a la sociedad. Esta vez se produjo un nuevo hecho sedicioso que acabó con la vida del oficial de Mar Segundo (OM2) Gustavo Valladares Neyra.

Queremos expresar desde acá nuestro pesar y solidaridad con la Marina de Guerra del Perú, que patrulla la zona, y que en esta ocasión fue atacada a disparos, al parecer perpetrados por el clan de los hermanos Quispe Palomino. Además del deceso de Valladares, resultaron heridos tres integrantes de esta institución, que a pesar de todo logró repeler a los agresores.

Los años pasan y la tragedia en el Vraem no termina. Declarada en emergencia desde 1999, esta zona está tomada por el narcotráfico y por un grupo desprendido de Sendero Luminoso (SL) luego de la captura del sanguinario Abimael Guzmán. Se le conoce como Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP) y su propósito es continuar la guerra que desató SL.

Desconocen a Guzmán y tienen una evidente alianza con el narcotráfico, que les permite moverse por esta región atacando a las fuerzas armadas y policiales, así como a campesinos y nativos asháninkas. Incluso han sido acusados de reclutar niños para convertirlos en ‘pioneritos’, que luego pasarían a engrosar sus huestes violentas.

Las razones por las que en el Vraem todavía campea el terrorismo, más allá de las proclamas del fujimorismo que se atribuye haber acabado con este peligroso fenómeno, son varias. Pero una de ellas es la escasa presencia del Estado y los continuos intentos, infructuosos en su mayoría, por menguar los campos de sembrío de coca por cultivos alternativos.

La investigadora Mariella Villasante ha apuntado hacia otra causa, que no sería menor: la herencia de desorden y corrupción dejada por los sucesivos gobiernos, que hasta ahora provoca que sea difícil desarrollar una lucha sostenida y eficaz contra el MPCP, los Quispe Palomino y las bandas de narcotraficantes que continúan actuando.

En esta región, ubicada en los departamentos de Junín, Apurímac, Cusco y Ayacucho, viven más de 400 mil personas, 58% de los cuales son pobres. Y desde que hay estado de emergencia han muerto allí más de 500 personas, entre ellos por lo menos 300 militares y varios civiles. La muerte de Valladares es, por eso, un crimen más que llama al Estado a redoblar esfuerzos para acabar con esta situación.