Estamos en la primera fase del período electoral, en la que se pulen los perfiles de los partidos políticos, se definen precandidaturas y se negocian posibles alianzas entre dos o más partidos políticos. Por ahora tenemos a 24 agrupaciones políticas negociando en medio de un apretado cronograma electoral y un enrarecido clima político debido a los estragos de la pandemia. Improbable que tengamos una vacuna antes de abril del próximo año y, de hecho, el descenso en la curva de fallecidos se ha detenido a nivel nacional. El llamado “rebrote” o “segunda ola” de coronavirus es un escenario real frente al cual todos debemos estar preparados, sobre todo quienes aspiran a recobrar el contacto con la gente, algo que deberá hacerse con el mayor de los cuidados y mucha responsabilidad.
En esta etapa, tres partidos tienen más de un precandidato presidencial, como mencionan Jessica Merino y Diego Quispe en uno de sus informes para La República. Acción Popular aún no define si irá con Alfredo Barnechea, Raúl Diez Canseco o Yonhy Lescano. El Frente Amplio aún no decide si irá o no en alianza con el resto de agrupaciones de izquierda y parece que la idea de tener a otro precandidato que no sea Marco Arana es un tema sensible. De esta agrupación sería Humberto Morales quien podría buscar una alianza mayor y cambiar las cosas. Finalmente, Todos por el Perú, partido que postulara a Julio Guzmán en sus inicios, hoy estaría evaluando candidato entre Fernando Cillóniz, exgobernador regional de Ica por Fuerza Popular, y Pedro Cateriano, expremier del actual presidente.
Más allá de lo saludable de tener siempre más de una opción y, en teoría, permitir que las bases decidan por sobre más de una precandidatura, está claro que, en el contexto peruano, ahí donde no hay una candidatura clara que emerja orgánicamente, hay división. Lamentablemente, parece que una cosa va con la otra.
Sin embargo, es probable que, a medida que pasen los meses, el debate sea otro. Si es que hay un trabajo por sobre las propuestas, ha de ser un trabajo silencioso, pese a que será el más importante para la situación a futuro. El Banco Central estimó que la economía cayó hasta en 11% en el tercer trimestre del año y no hace falta un estudio para reconocer que la informalidad viene en aumento y ningún operativo va a ser la solución real para la precariedad de miles de familias obligadas a vender en las calles. Según Ojo Público, cuatro de cada diez peruanos perdieron sus fuentes de ingresos al cierre de junio y la herramienta de la “suspensión perfecta” sigue afectando los bolsillos de muchos. Este es el debate que esperemos se oiga más temprano que tarde, que la situación política y económica del país lo exige.
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