Un vulgar acto de sedición

“Todos estos hechos deben ser expuestos en acciones legales internas e internacionales. Los cuatro partidos de la conspiración suman 71 votos. Al frente hay más de 24 millones de electores”.

Escucho a personas bien intencionadas preocuparse por unos supuestos actos de horripilante corrupción protagonizados por el presidente de la República que repiten en coro: ¡tienen que ser investigados!, como si algo espantoso, pese a todo, se ocultara.

A saber, son cuatro los hechos que en teoría protagoniza el presidente, convertidos por el murmullo en “presuntos delitos”. El primero, conocer a un pintoresco personaje que canta y baila, y que se hace llamar Richard Swing, habitual de programas de farándula.

Esto es cierto, a medias. Porque el verbo “conocer” admite muchos matices. Además de conocerlo, el segundo delito es reunirse con él. El tercer delito es conseguirle trabajo en el Ministerio de Cultura y el cuarto delito es negarlo todo en complicidad con sus secretarias.

Como cualquier neófito en derecho puede saber, el primer y el segundo hecho (negado en lo que respecta a Vizcarra) no son delito en ninguna parte. ¿Hay alguna prueba de que el afortunado Swing obtuvo sus contratos para animar eventos por orden del presidente?

Ninguna, por ahora. Entonces, si no hay uno, ni dos, ni tres, ¿para que necesitas cuatro? El supuesto encubrimiento, la “pistola humeante” que el acusado congresista Alarcón exhibe en un audio ante el Congreso, es una discusión para aclarar la diferencia entre “ingresos” al sistema informático (solicitudes de cualquier oficina en Palacio a portería) e ingresos físicos reales.

¿Qué se va a encubrir si la Fiscalía ya se había cargado antes de la reunión todo el archivo de las entradas de Palacio de todo el gobierno de Vizcarra?

No es pues un súbito interés en la “moral permanente” lo que convoca a Merino o a Alarcón para orquestar la puesta en escena de una mal armada jugarreta el pasado jueves. La excusa es pésima y sus “testigos” un desastre, dignos de una comedia en tono de farsa.

Tampoco hay moralidad en el contubernio de APP de Acuña, AP de Diez Canseco, PP de Luna o UPP de Antauro. Les interesa un pepino la moral. Lo que necesitan es sacar a Vizcarra de la Presidencia. Les es urgente y lo necesitan ahora. Una operación de este calibre no se monta en un día o en una semana.

Se viene gestando desde el inicio de la pandemia y la censura del gabinete Cateriano fue la primera señal visible del golpe en marcha. No se entiende por qué se rechaza un gabinete de entrada (cosa que jamás había sucedido) sino se tiene este dato en cuenta. Cateriano, un demócrata probado y beligerante, era un peligro para el plan.

Estos cuatro partidos necesitan, por diferentes razones, postergar las elecciones del próximo año. Ese es el verdadero y único plan. Dos de ellos se lo pidieron al presidente. Otros dos tienen graves problemas con la justicia y necesitan mantener su fuerza política. Este contubernio no solo busca destruir la economía (en lo que son tontos útiles todos los demás partidos), sino destruir la democracia.

¿O cual creen que fue la intención de Merino al llamar a los comandantes generales de las Fuerzas Armadas, como ha revelado Gustavo Gorriti en IDL Reporteros? Merino no va a cumplir con el artículo 115 y no va a continuar con el proceso electoral. Se buscarán mil excusas y modificarán la Constitución para redondear la sedición.

Vizcarra será juzgado por la justicia y por la historia por el fracaso sanitario y económico del país, pero antes los conspiradores deben ser juzgados por sedición. Todos estos hechos deben ser expuestos en acciones legales internas e internacionales.

Los cuatro partidos de la conspiración suman 71 votos. Al frente hay más de 24 millones de electores. Deseamos un camino para volver, para salir de esta espantosa “nueva normalidad” donde hasta darle un beso de despedida a tu padre enfermo está prohibido. ¿También nos van a quitar la democracia? ¿También nos van a quitar las elecciones?

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