Turismo, el riesgo y la oportunidad
”Durante los próximos meses el sector en su conjunto debe reinventarse porque la competencia será más dura que antes de la pandemia”.

Por: Claudia Cornejo Mohme (*)
El turismo en nuestro país es una actividad popular pero inexplicablemente subestimada, y en muchos casos incomprendida. Los que tenemos la suerte de haber trabajado en el sector somos testigos de su potencial y los grandes beneficios que ofrece. Para empezar, mencionemos algunos aspectos positivos que son los más evidentes: empleo e ingresos. El turismo es una actividad del sector servicios que, para poder desarrollarse con normalidad, necesita una cantidad considerable de trabajadores. Si consideramos que dentro de la industria están comprendidos hospedajes, líneas aéreas, empresas de transporte terrestre, restaurantes, comercios, cruceros, el sector artesanía, y especialistas como guías turísticos, podemos darnos cuenta de que el número de empleos que genera el sector es muy relevante: 1.5 millones en el 2019. Y se calcula que, en el caso de divisas, en el 2019 el sector aportó alrededor de US$5,500 millones de dólares a la economía nacional. Sin embargo, estas cifras son poco conocidas, o quizá, su relevancia no está presente en el imaginario colectivo, como sí lo están actividades como la minería, la pesca o la agricultura. En la mayoría de los casos cuando se menciona la actividad turística se hace para referirse a los lugares que se sugiere visitar, mas no a su impacto en la economía nacional, o en la de miles de familias que dependen de su crecimiento para subsistir y salir adelante.
Lamentablemente, la pandemia de la covid-19 ha afectado severamente a la industria. El turismo fue la primera de las grandes actividades en dejar de operar y será la última en volver a operar con normalidad. Contamos con datos sobre las pérdidas económicas, pero lo más probable es que ellos se queden cortos ante la realidad de los hechos. Por ejemplo, se calcula que este año haya solo el 45% de viajes en comparación con los de 2019 a nivel mundial, por otro lado, en julio la ocupación hotelera en América Latina llegó solo a 17%. En el caso del Perú, cada día parece menos probable que se reanuden las actividades este año. Es posible que esto lleve a cerrar a una buena parte de las empresas, pymes en su mayoría, que no podrán resistir un año perdido. Esto afectará sobre todo empleos que por más esfuerzos que se haga no se podrán reconvertir.
A los problemas conocidos antes de presentarse esta situación, como la falta de infraestructura y conectividad, ahora sumamos los que se derivan de las severas restricciones impuestas por la crisis sanitaria. Y es que por más que se fomenten préstamos para las pymes, como el FAE Turismo, si no hay demanda futura no hay empresa que resista. Con lo cual el sector público debería desarrollar un plan estratégico multisectorial a corto y mediano plazo para apoyar a la industria, esto con la participación de la empresa privada, pues sacar adelante al turismo será necesariamente un trabajo colaborativo. Durante los próximos meses el sector en su conjunto debe reinventarse porque la competencia será más dura que antes de la pandemia. Recuperar la confianza del viajero toma tiempo, y si no se dan muestras concretas de que los destinos están preparados, con servicios de salud y protocolos adecuados, no habrá campaña de promoción futura que nos salve. Esta crisis nos obliga, como nunca antes, a trabajar de la mano. De no ser así, no hay futuro promisorio, porque además recordemos que reapertura no es lo mismo que recuperación.
*Exviceministra de Turismo



