Alfabetización Digital y Educación Remota: ¿Tenemos un plan?

“Lo que tenemos es una situación en la cual un día todo se volvió digital para poder continuar la vida”.

El Covid-19 nos ha forzado a digitalizar procesos en pocos meses, aunque el tema digital ya lleva décadas. Esto ha ocurrido en todas las áreas del quehacer humano, pero con especial énfasis en los temas de relación ciudadano–gobierno (administrativos y judiciales); de relaciones laborales y como es conocido en los temas educativos.

La necesidad de contar con capacidades mínimas en materia digital en todos estos ámbitos ha requerido de algún tipo de alfabetización digital. Y evidentemente como todo proceso de alfabetización el mismo debería haber ocurrido de manera formal (mediante la formación fundamentalmente en las escuelas en un set de herramientas digitales que pasa desde la ofimática a la infonomía, pasando por la protección de datos personales y la protección de libertades y derechos en entornos digitales, llegando en algunos casos a habilidades avanzadas como herramientas para programar y desarrollar contenidos digitales).

Digo “debería” porque estructuralmente nuestro sistema educativo ha intentado, durante varios proyectos y durante casi 20 años, la incorporación institucional de uso de tecnologías en el aula, no necesariamente proyectos de alfabetización digital como tal, sino más bien de colocar tecnología. Son claras las falencias en un proceso de este tipo si no se brinda también especial desarrollo de capacidades a los maestros que guiarán a los estudiantes en el uso de dichas tecnologías, más aún en el desarrollo de programas de alfabetización digital.

Lo cierto es que los niñ@s y adolescentes han tenido una alfabetización digital informal: otros niñ@s y adolescentes les han enseñado a usar herramientas; las mismas herramientas y dispositivos son bastante intuitivos en su utilización, facilitando la adopción de los mismos (si no pregúntense quién le enseñó a usted, lector, a usar Facebook o Twitter o navegar en una pagina web); en varios casos las escuelas han sido centros de formación, en especial en ofimática, pero no de una manera orgánica para la utilización de herramientas digitales como instrumento de aprendizaje.

Y esto nos lleva a la alfabetización digital de adultos, sobre todo adultos mayores, que no tuvieron esta formación inicial en herramientas e instrumentos digitales, sino que han tenido de maestros a sus hijos (cuando no a sus nietos), sobre todo a raíz de los móviles, acelerando el proceso de adopción de instrumentos digitales. Pero esto no se realizó desde una formación formal, sino de nuevo informal y directamente por parte de los mismos actores; no hay que olvidar también, en este complejo proceso de aprendizaje, el autoaprendizaje al cual tuvieron que recurrir algunos: el ensayo y error.

Si a lo dicho le añadimos el Covid-19, lo que tenemos es una situación en la cual un día todo se volvió digital para poder continuar la vida (educación, trabajo, relación con el gobierno, compras, etc.). Estamos en una situación para la cual “tenemos” que haber contado con una alfabetización digital para utilizar instrumentos y plataformas que ya existían, varios de ellos hace muchos años como la web (25 años) y otros como plataformas de videoconferencia (+10 años).

En ese sentido el premier Martos dijo: “A partir del 2021, Aprendo en casa formará parte de la propuesta pedagógica integral del Ministerio de Educación”.

En este artículo no hemos añadido la discusión sobre la adquisición de bienes informáticos ni tampoco la problemática sobre la conectividad para una educación de calidad en modos remotos; pero sin duda alguna lo digital llegó para quedarse.