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‘Gran Guerra del Emú’, conflicto en el que los animales casi les ganan a las fuerzas armadas de un país

Ante los resultados de la operación, los medios de comunicación la catalogaron como un fracaso y ridiculizaron al ejército por no lograr manejar la situación de manera efectiva.

Al final de la guerra, los soldados no lograron su cometido. Foto: composición LR/dominio público
Al final de la guerra, los soldados no lograron su cometido. Foto: composición LR/dominio público

En la historia militar se han registrado numerosos conflictos sorprendentes, pero pocos son tan inusuales como la llamada 'Gran Guerra del Emú'. Este peculiar enfrentamiento tuvo lugar en Australia en la década de 1930, cuando las autoridades decidieron combatir una invasión inesperada de estas aves gigantes en las tierras agrícolas del oeste del país.

Lo que comenzó como una operación para proteger los cultivos, terminó convirtiéndose en un evento casi surrealista que marcó a las fuerzas armadas australianas. Este conflicto, aunque menor en comparación con guerras tradicionales, destaca por su naturaleza única y el desafío que representaron los emús para los soldados australianos.

En Australia hubo una plaga de emús que perjudicó a los agricultores. Foto: The Land, via Trove

En Australia hubo una plaga de emús que perjudicó a los agricultores. Foto: The Land, via Trove

¿Cómo fue la 'Gran Guerra del Emú' y por qué se produjo?

La guerra del emú fue un intento del Gobierno australiano de controlar la población de emús en el oeste de Australia. Tras la Primera Guerra Mundial, muchos soldados se convirtieron en agricultores en esta región, pero durante la década de 1930, una severa sequía y una invasión de emús afectaron gravemente sus cultivos.

Esta plaga se agravó por la simultánea caída abrupta del precio del trigo, desencadenada por la Gran Depresión de 1929, que sacudió a la economía mundial. Los emús, al migrar hacia las tierras agrícolas en busca de alimento, devastaron los cultivos, lo que llevó a los agricultores a pedir ayuda al Gobierno.

En respuesta a las peticiones de los agricultores, el Gobierno australiano decidió movilizar a las fuerzas armadas para enfrentar la situación. En noviembre de 1932, se enviaron soldados armados con ametralladoras para reducir la población de emús. A pesar del esfuerzo militar, los emús demostraron ser sorprendentemente difíciles de controlar debido a su velocidad, agilidad y resistencia.

Una de las aves abatidas por el grupo de ametralladores. Foto: The Land, via Trove

Una de las aves abatidas por el grupo de ametralladores. Foto: The Land, via Trove

Los emús resultaron ser un adversario formidable

Los emús, aves de gran tamaño y resistencia, resultaron ser un desafío inesperado para las tropas. Su capacidad para correr a altas velocidades y su comportamiento errático en manada hicieron que las ametralladoras fueran ineficaces.

Además, los emús demostraron tener una resistencia impresionante, ya que sobrevivían a disparos que hubieran abatido a otros animales. Este fenómeno resaltó la dificultad de combatir a una especie tan adaptada a su entorno.

Los rastreadores observaron que cada grupo de emús actuaba de forma coordinada, guiados por un líder dominante que los alertaba de cualquier amenaza. "Un gran pájaro de plumas negras que mide casi dos metros de altura y vigila mientras sus compañeros llevan a cabo su trabajo de destrucción, y les advierte de nuestro enfoque", describieron en ese entonces.

¿Cuál fue el desenlace de la 'Gran Guerra del Emú'?

Tras varias semanas de intentos fallidos, el Gobierno australiano finalmente decidió poner fin a la campaña. A pesar de los esfuerzos, solo se logró reducir una pequeña fracción de la población de emús. La operación fue considerada un fracaso y la prensa se burló del ejército por su incapacidad para manejar la situación.

En 1934, 1943 y 1948, los agricultores pidieron ayuda del ejército contra los emús nuevamente, pero solo para ahuyentar a las aves y no para matarlas. Ante ello, solo se pudo conseguir poner unas cercas que sirvan de barrera de exclusión, las cuales —durante las décadas de 1930 y 1940— se convirtieron en un medio popular de mantener alejados también a otros animales, como los dingos y los conejos.