Gonzalo Benavente Artista plástico. Se expresa mediante el origami., Hay quien diría que esto de doblar papelitos no es un arte. ¿Lo es? Sí, pues, todos piensan así. Si menciono que hago origami, me ven como alguien que hace manualidades y no como alguien que usa el papel como una técnica para expresar o decir algo. Si te digo que mi trabajo se basa en hacer origami, pienso que, rápidamente, se te vienen a la mente grullas, ranita. Y barquitos de papel, cosas que hemos hecho todos… Claro, algo que se inicia en el colegio como un arte manual. Pero no es verdad. El origami ha ido evolucionando mucho y desenvolviendo en distintas ramas. También puede ser usado en la ciencia, la pedagogía y muchas cosas. Y el tipo de origami que haces, ¿es una categoría artística en la plástica? Lo que hago es lo que me hacía falta. Siempre que hacía origami y plegaba de otros autores, encontraba figuras foráneas y no animales que hay acá, una llama, una alpaca o tradiciones… Por eso, trato de hacer lo que veo en mi contexto y plegarlo. ¿En qué momento descubres el origami como tu forma de expresión? Lo llevaba haciendo intuitivamente desde niño, pero cosas básicas. Antes de mi primera individual, a los 18 ó 19 años, exploré y vi el origami como una forma de expresar, de llevar al detalle cualquier cosa. Y lo interesante es que todo parte de un plano bidimensional que doblas y doblas para generar volumen, formas en 3D, sin cortes y sin pegamento. No tienes que usar nada. ¿Es un reto? Sí, porque si tú quieres representar, no sé, una persona, tienes que ver en el papel cómo se pueden distribuir estas partes y tener las proporciones, y todo eso no es tan fácil como agarrar una arcilla. De la arcilla extraes o añades, pero en el papel no: solo transformas. ¿Es lo opuesto de esculpir? Esculpir es descubrir la forma dentro de la piedra… ¿y el origami es como descubrir las formas en el plano bidimensional? Sí. Y llevarlo al 3D. Entonces, conlleva todo un estudio interior. Para que yo haga una pieza tengo que tener ocho, nueve bocetos, pegarlos y ver que todo está bien distribuido, que tenga la mayor cantidad de detalles, porque también se juega con la síntesis. ¿Cuánto te demora una pieza? Puede tomarme un mes, dos meses. A veces tengo propuestas que he hecho un año atrás y las retomo de nuevo y las mejoro. Pero una vez realizadas me toma como tres, cuatro horas plegarlas. ¿Cuánto tomó tu Hombre de Vitruvio? Ah, ese lo hice, si mal no recuerdo, en dos, tres meses y tuve como cinco o seis bocetos. Ah, y el papel es gigante, tenía dos metros por tres, y se reduce todo, y son miles miles de pliegues, y lleva una base de la cual ya no lo doblo y comienzo a modelar como si fuera un bloque de arcilla y saco los detalles. ¿Qué te da el origami que no te pueda dar la pintura o la escultura? Bueno, el origami es bien versátil y me da muchas propuestas. Todas mis propuestas son basadas en el pliegue. Ya poniendo de lado el origami, todo tiene pliegue. Ahorita mi casaca tiene un pliegue, las arrugas tienen pliegue. Pero el pliegue es algo tan intangible como el ojal o del hueco (risas). Claro, pero está en cualquier cosa. Por ejemplo, yo te estoy hablando y se están generando ondas y esas ondas tienen pliegues. Absolutamente todo en el mundo tiene un pliegue. Y si baso mi propuesta artística, más allá del origami, en los pliegues, ese sería mi objetivo. Me dedico a basar todo, todo mi arte en el pliegue. ¿Y tus padres qué dicen? (Risas) Al principio estaban como: ¡qué va a ser de su vida! Pensaban que lo estaba tomando como un juego, pero ahora que ven los frutos, están bien contentos, ven que está resultando. Recién estoy en segundo año y estoy volviendo a exponer. El año pasado también obtuve una beca en Bellas Artes… Para la plástica hay profesores a montones, ¿para el origami? Poquísimos, soy autodidacta. Me he dedicado a investigar. Es que es una pasión. Todos los días veo qué hay de nuevo para plegar y si de esto voy a vivir tengo que saberlo bien. ¿Y te sirve para esto todo lo que has aprendido en Bellas Artes? Sí, bastante, porque no solo quiero dejar la materia prima como papel, sino usar el doblez para expresarme en otros medios como la resina. ¡Imagínate el origami en resina! Usar el origami como molde y de ahí utilizar otros materiales que puedan eternizarlo, porque el papel también tiene un problema: es delgado, frágil y dura poco. ¿Qué límites tiene el origami? Hay cosas que lamentablemente no pueden realizarse con las cantidades de detalles que pueda tener al inventar algo no sé. Retratos, por ejemplo, es casi imposible, porque tienes que llegar a la síntesis nada más. Por ejemplo, hice un retrato de Vallejo, pero era como si estuvieras viendo una fotografía en luz y sombra. Sí sabes que es Vallejo, pero no tiene nada de detalles. ¿Cómo ves tu futuro en una técnica tan inusual y con tan poco mercado, al menos en nuestro medio? Quiero abrirlo, expandirlo, difundirlo por todo el país. ¿Por qué no llegar a crear un museo también aquí si es tan llamativo y es una técnica que rápidamente te lleva a tu niñez? Autoficha Nací en el Cusco. De niño ya me fascinaba el papel y hacía aviones. Estudié Turismo a pedido de mis padres, pero no ejercí. Ahora estudio Escultura en Bellas Artes, donde ingresé proponiendo el origami como herramienta. Hice una individual, El papel hecho arte (2009). Ahora participo en la colectiva La dimensión del papel, que se exhibe en la sala de exposiciones temporales de Dédalo, junto a siete artistas de distintas ramas. Soy el único que se expresa exclusivamente en pliegues.