Ancón: el mar muerto
Desastre. Una semana después del derrame de petróleo de Repsol en Ventanilla, Ancón y la costa del norte chico, empiezan a asomar otras secuelas de esa contaminación. Lo saben bien los pescadores, para quienes el mar ya no da vida. Pero si bien están afectados por la incertidumbre, tratan de no quedar paralizados.
(Texto y fotos: Marco Cotrina)
Desafío
Botes artesanales acordonan parte de la zona afectada para evitar su expansión.
Derrame de petróleo en Ventanilla. Foto: Marco Cotrina/ La República
Tensión
En el local del centro dirigencial de los pescadores de Ancón, estos aguardan cualquier indicación de la capitanía y cualquier novedad referente al desastre.
Derrame de petróleo en Ventanilla. Foto: Marco Cotrina/ La República
Faena
El pescador acondiciona las esponjas, que sirven como barreras absorbentes de la sustancia oleaginosa que se ha esparcido a lo largo del mar del norte chico. Él ha decidido colaborar con lo que sea necesario.
Derrame de petróleo en Ventanilla. Foto: Marco Cotrina/ La República
Giro
Los pescadores artesanales de Ventanilla y Ancón casi siempre extraen pejerrey, pero ahora están dándole mantenimiento a su bote por el petróleo que se ha pegado en su chasís.
Derrame de petróleo en Ventanilla. Foto: Marco Cotrina/ La República
Pérdidas
La pesca artesanal no puede retomar sus actividades a plenitud y crece la desconfianza entre quienes antes consumían a ojos cerrados lo que ellos llevaban del mar a la mesa.
Derrame de petróleo en Ventanilla. Foto: Marco Cotrina/ La República