Se ha muerto un bebito. No sabemos su nombre porque es ley proteger la identidad de un menor. Vamos a llamarlo Shawi en esta columna, porque esa era la etnia a la que pertenecía. Murió dentro de un hospital en Yurimaguas por falta de atención médica, mientras afuera los huelguistas del sindicato médico estatal se batían a golpes. El Estado protege su identidad, pero no supo proteger su vida. A Shawi lo mató la huelga. Lo mató el director del hospital por no entregar en efectivo a cada trabajador el dinero de su uniforme. Lo mató valer menos para los manifestantes que los S/ 500 por concepto de uniforme. Lo mató el que dijo “que se muera porque así nos van a hacer caso”. Dejó de respirar porque los profesionales de la salud no dejaron entrar al que tenía que encenderle el ventilador mecánico que necesitaba para respirar. Según la base de datos del MINCUL, la etnia shawi está compuesta por 25 mil personas que viven en las regiones de Loreto y San Martín. Los shawi se refieren a sí mismos en su lengua como “campo piyapi”, que significa nuestra gente. ¿Qué gente impide la entrada de médicos a un hospital sabiendo que adentro hay un bebé que necesita atención para no morir? ¿Quiénes deciden agarrarse a golpes mientras un niño muere al lado de sus padres dentro de un hospital vacío? Piyapi de porquería, piyapi egoísta, piyapi mala. En algún momento alguien atenderá las demandas de los huelguistas. Un día se sabrá si el director del hospital era o no corrupto. Si lo era, quizás pague ante la ley. Los trabajadores volverán a sus puestos como si nada, los apenados de hoy nos olvidaremos del tema y el niño Shawi que tenía un añito, que recién tendría que estar aprendiendo a decir mamá en su lengua y en la nuestra, va a seguir muerto siempre. ❧