Tiene millones de suscriptores en Youtube, una aplicación para Iphone y Android, un libro, dos series, y muy pronto una película. Aun así, Mox, el youtuber peruano más reconocido, sueña con vivir, luego del retiro, en una casa de madera frente al sunset. Parafraseándolo: "si no lo sabes, ahora lo sabes". , Fotografía: Agencia WME Un botón de reproducción dorado, enorme y pesado, al lado de una mesa de vidrio, gobierna la sala de Mox. Guitarras, cuadros de películas, tazas de Star Wars, mandos de PlayStation, licores, sillas con fundas de lucha libre, lentes. Mil cosas. Pero los ojos se concentran en el oro del botón. Luego en el verde del croma sí, pero antes en el oro. Es un premio de Youtube para aquellos usuarios que alcanzan el millón de seguidores. Solo dos peruanos lo lucen. Katherine Esquivel, vocera de la moda, con su canal What The Chic (millón 759 mil); y, claro, Mox, con 4 millones 185 mil suscriptores, en What da faq show. -Me faltan cinco millones y medio para ser diamante. Si me pasa algo, con eso vivo tranquilazo. Mox se refiere al máximo trofeo al que puede aspirar un Youtuber. Reservado para quienes superan los 10 millones de suscriptores. Algo así como diez veces el estadio Azteca. Más que Lima entera. En habla hispana solo lo ostentan: el chileno HolaSoyGerman, el mexicano Werevertumorro, y los españoles Vegetta 777 y El Rubius. Mox dice que cuando llegó al millón, a mediados de 2013, se desentendió del tema, pero luego, casi en el acto, me da un reporte de sus fans en redes sociales: 558 mil en Twitter, 2 millones 296 mil en Facebook en la cuenta de Mox, otros dos millones en la del programa. Un momento. ¿Dos millones? Así es. Keiko Fujimori (un millón 210) y Pedro Pablo Kuczynski (874 mil), los candidatos que se disputan la presidencia del país, no lo alcanzarían así juntaran fuerzas. En una elección virtual, Mox ya tendría la banda, sin necesidad de segunda vuelta. Carrera, no negocio Desde el 22 de noviembre de 2009, Mox no ha parado de subir, por lo menos, un video semanal. El primer video no lo grabó en este departamento miraflorino sino en la casa de sus padres, dos diplomáticos, en San Borja. No se trató de ninguna recopilación de borrachos (el más celebrado con 5 millones y medio de vistas). Era él, frente a la pantalla, con su guitarra, punteando las notas de un cover de punk. Mox quería ser músico (estudió dos años en un instituto) y promocionarse como cualquiera. En casa de los Romero-LaRosa, sus 'viejos' no entendían muy bien qué estaba haciendo José Alberto, el menor de sus dos hijos. El chico, sin embargo, ya había dado señales de su alma tecnologíca: creó la web de la promoción de su colegio, y acostumbraba editar los videos de sus amigos, en la universidad, por puro relajo, dice. Hurgando en Youtube descubrió videos chistosos, de esos que abundan ahora. Los compiló, se colocó una gorra de lana verde (recuerdo de su 'chamba' en un ski resort. Sin suponer que se convirtiría en una especie de capa de súper héroe) y encendió la luz roja. Conservó su apodo colegial (una degeneración de su apellido Romero), y siguió el consejo de una amiga: reemplazar el aburrido y puritano 'Tardes de domingo' por el insolente What da faq show. Desde entonces, ha grabado, haciendo a un costado las emociones y la salud. Como cuando su abuela estuvo en estado crítico o como hace unas semanas, cuando le extirparon la muela del juicio. Ha asistido a festivales a exponer su caso de éxito en Colombia, México y Argentina. Los seguidores le escriben para felicitarlo, trollearlo o incluso pedirle un consejo a sus pensamientos suicidas. En ocasiones también para agradecerle, como una chica que venció el cáncer. Es representado, desde el 2012, por la agencia de talentos William Morris de Beverly Hills que tiene en su catálogo a estrellas como Robert De Niro, Leonardo Di Caprio o Lady Gaga; dos marcas lo visten (una patrocina los gorros de lana); y trabaja de la mano con una compañía, cuyo nombre le es prohibido revelar. En julio de 2014, Mox anunció la suspensión de su canal. De pronto, una empresa era la dueña absoluta de los videos caseros con los que armaba sus programas. “O te bajas los videos o nos pagas las regalías”, le ordenaron. Tres meses después, la compañía bajó el tono de sus palabras y transó con Mox para repartirse las ganancias, como ocurre hasta estos días. Dejó de ser un hobby, indudablemente. “Tampoco es un negocio. Es una carrera de entretenimiento, donde soy mi propio jefe”, aclara el muchacho que entre los 8 y 13 vivió en varios países del África. Impacto “Los Youtubers han trasladado su comunidad al mundo real. Ellos pueden llenarte tranquilamente Larcomar o Real Plaza”, dice Javier Albarracín (44), CEO de Inventarte.net y creador en su momento del concurso 'Los 20 mejores blogs peruanos'. Razón no le falta. En la Feria del Libro, de mediados del año pasado, se distinguieron dos colas interminables: una para la presentación de 'La distancia que nos separa' de Renato Cisneros y la otra para 'Internet según Mox' (Editorial Planeta). Albarracín, quien considera a Marco Sifuentes (Utero.pe) y a Luis Carlos Burneo (La Habitación de Henry Spencer) como los videobloggers prehistóricos, celebra el sostenido avance de Mox. “Antes no teníamos a ningún representante. Mox da la talla”. Para Diego Peralta, gerente de medios digitales de RPP, el secreto radica en la identificación con la audiencia. “Hay verosimilitud. Crees que el tipo que graba los videos es igual a ti, cuando es un rubro de negocios exitoso, donde se mueve mucho dinero”. Aunque el CPM (costo por mil reproducciones) es relativo -de acuerdo a la cantidad de suscriptores y a la relevancia del canal-, según un estudio de ibaider, en Perú YouTube paga alrededor de 0,85 dólares por cada CPM. Una diferencia abismal con los 8 dólares de Estados Unidos. Eso explica la lista de Forbes sobre los 'diez Youtubers más ricos de 2015' donde incluye básicamente a estadounidenses. César Soplín, jefe de proyectos de La República, indica que este fenómeno no es comprendido del todo. “Los videos son parte de los millenials. Es un público que los medios queremos capturar”. Internet no lo posee Mox lee con detenimiento un cuaderno espiralado. Es el guión de la película 'Calichín', bajo la dirección de Ricardo Maldonado -el mismo de Asu Mare- que marcará su debut en la pantalla grande. Encarnará a un futbolista que aconsejará a Aldo Miyashiro, un crack en decadencia. En media hora será su ensayo. De repente, en medio del estrés, José Romero se quita la gorra y toma la posta de la entrevista. “Cuando salgo con mi novia (una australiana que conoció surfeando) o mis amigos, apago las notificaciones y mi celular se queda en el bolsillo. Más bien me río de ellos que están tan pegados. Se ve feo. Internet es un asistente. No me posee”, asegura. Mox suele grabar sus capítulos entre las siete y las nueve de la noche. El día es para hacer cosas, dice. Cosas como correr tabla, montar skate, pasar tiempo con los 'patas'. “Maldito estar en Nueva York o Tokio, pero me gusta más lo sencillo de la vida. Mi sueño, cuando me retire, será vivir en una colina o construir una casa de madera a orillas del mar para ver el sunset”. Esa es precisamente la imagen de portada de su Facebook personal, allí donde no hay años ni apellidos que ocultar. Menos, un botón de diamante que perseguir. Si no lo sabes, ahora lo sabes.