Gwyneth Kutz, embajadora de Canadá en Perú y Bolivia desde el 2015.,A propósito de su día nacional celebrado el 1 de julio, la jefa de la delegación diplomática analizó brevemente las relaciones con el Perú, su segundo socio más importante y el tercer destino de las inversiones en la región. El impulso a temas como medio ambiente, igualdad de género y el problema de las drogas marcan una diferencia significativa cuando se le compara con otros países de la región. ¿Cómo cree que se expresará esa amistad además de las inversiones y el comercio? Tenemos un programa que está basado en puntos comunes no solo en el beneficio económico producido por las inversiones, sino también en los principios que están detrás de los mercados abiertos, lo que implica un involucramiento con el mundo exterior, más que un encerramiento. Por eso la iniciativa de la Alianza del Pacífico es interesante, porque es la demostración de un grupo de países que están abiertos. El Perú es un pueblo muy diverso, de inmigrantes, y al igual que Canadá cree que el pluralismo es esencial en un mundo que también está tocado por el odio y la intolerancia. Al embajador de Canadá en el Perú Anthony Vincent se le recuerda por su rol protagónico durante la toma de rehenes en Lima. Desde entonces la violencia se redujo en el Perú. Su país ahora es amenazado por grupos fanáticos como ISIS... No es inmune nuestro país. Recientemente en Kabul Manila y en Burkina Fasso canadienses militares y civiles han sido víctimas del terrorismo. Canadá lucha contra la intolerancia pregonando una sociedad que respeta los derechos humanos. La igualdad de género ha tomado impulso en el discurso oficial de Canadá. Incluso su primer ministro, Justin Trudeau, prometió (y cumplió) un gabinete integrado mitad hombres mitad mujeres. El tema de la igualdad de género lleva muchos años en mi país; hemos sido campeones en la lucha contra la violencia a la mujer. El primer ministro es nuestro feminista más conocido, él se hace llamar así, cría a sus hijos con ese enfoque. Avanzamos una agenda feminista, lo que no es necesariamente promujer en perjuicio del hombre, sino una política que permita que los derechos de todos puedan ser respetados y se aproveche mejor los beneficios cuando todos tienen las mismas oportunidades. ¿En Canadá se han reducido las cifras de violencia a la mujer con esta agenda feminista? Cuando una sociedad país comienza a reconocer este problema pasa que las cifras de denuncias se incrementan mucho y no las acciones de violencia, lo que quiere decir que las mujeres agredidas tienen fe en que el sistema va a respaldarlas cuando presentan su denuncia. Ya no temen correr riesgos porque saben que no están en riesgo si denuncian. The New York Times publicó el jueves último un reportaje que señala que Canadá tiene un inusual problema con los refugiados sirios: Todos quieren ayudarlos. Acabo de leerlo y es muy lindo. Muchas familias de refugiados son auspiciadas por un año por privados que se comprometen a ayudarlos con alimentación, vivienda, búsqueda de trabajo, y esto con el respaldo del gobierno con programas lingüísticos. El artículo describe anécdotas de canadienses que incluso fueron también migrantes y que ahora ayudan pero que en el camino encuentran problemas de comunicación entre ellos y los refugiados. El primer ministro ha prometido la legalización de la marihuana. ¿Canadá planea cambiar su forma de manejar el problema de las drogas? Primero debo aclarar que nadie promueve el uso de drogas, pero sí analizamos los casos en los cuales se considera científicamente que facilitar la marihuana puede ayudar. La respuesta requiere un enfoque multidisciplinario. Hay programas de interdicción y salud pública; este último es un grave problema por su impacto en la economía y la violencia. ¿Con el Perú se han mantenido los programas de interdicción? Trabajamos a través de la Oficina de la Naciones Unidas contra la Droga y la Criminalidad. No tenemos programas como los tienen ustedes con EEUU y otros países. La relación de Perú es con todos los sectores: defensa, salud, medio ambiente, entre otros. ¿Cómo han resuelto los conflictos sociales provocados por la actividad extractiva? Hay que mirar cada situación individualmente; insistimos sobre la responsabilidad empresarial con el medio ambiente, con las comunidades que pueden ser afectadas por las operaciones. Sin eso, habrá problemas. Hay que reconocer que no se puede explotar ciertos recursos por razones legales o espirituales. Hay que aprovechar el uso de los recursos naturales con un buen juicio y con participación de todos los actores involucrados. Muchos piensan aún que Canadá es uno de los "países felices" del mundo. ¿Cuáles son los problemas más graves? Estamos preocupados por el cambio climático, que está afectando ya. Perdemos glaciares, hay más sequías, inundaciones, el clima es más imprevisible. La ciencia nos dice que experimentamos los años más calientes. Domésticamente hablando, trabajamos las relaciones con nuestros pueblos indígenas. La historia de Canadá no siempre es feliz cuando hablamos de cómo hemos tratado a nuestra gente; en los últimos 30 años hay más de mil niñas y mujeres asesinadas o desaparecidas. Obviamente es un problema muy serio y por eso el primer ministro ha ordenado una investigación que será muy consultiva. Es parte de un compromiso renovado de restablecer las relaciones del gobierno de Canadá con nuestras naciones indígenas.❧