Periodista de la Universidad San Martín de Porres. Conductora de radio y televisión. Empezó su carrera de reportera y periodista de investigación hace 14 años. Desde el 2012 conduce el espacio Al estilo Juliana, por RPP TV. , Juliana Oxenford se siente vetada. Lo dice con los carajos que nunca faltan cuando habla en confianza. Hace unos días le informaron que desde la tienda fujimorista no le darían ninguna entrevista más. "Los que pierden son los electores, no yo", aclara. Me decías hace un momento que te preocupan los odios que se están engendrando en esta campaña. Cuéntame de eso. Sí pues, uno puede dejar de ser la hija de Pinochet para pasar a ser la hija de Fidel Castro... Yo creo que hay mucha desesperación del electorado en general y mucha desesperación de los candidatos, y claro, en un país donde la palabra institucionalidad ya casi no existe, los periodistas que tenemos la oportunidad no solo de presentar una noticia sino de comentarla, tenemos cierto protagonismo y nos convertimos no solo en fiscalizadores, sino en protagonistas de la campaña, para bien y para mal. Entonces, ante todo este movimiento de odio, un grupo que tiene clarísimo que su opción es “X” o “Y”, y siente que estás diciendo algo que le molesta de su candidato o su candidata, te pone la cruz, y eres de derecha extrema o una zurda terrorista y comunista, y eso es a mí lo que me preocupa. ¿Y en qué momento te convertiste en una “zurda terrorista”? Es que, supuestamente, Ollanta Humala era el presidente zurdo que iba a convertir al Perú en Venezuela, y como yo era muy crítica en la campaña y durante su gobierno también, antes era una “facha asquerosa”, que en esta campaña supuestamente apoyaba a PPK y a Alan García. Después me fui contra Acuña, porque era imposible no ser absolutamente crítica ante las denuncias en su contra, y en el Twitter era “basura, desgraciada”. Luego se va, quedan Keiko y PPK y ahora, efectivamente, yo que soy una persona que siempre ha manifestado su preocupación ante el gobierno de Alberto Fujimori, he pasado a ser “la maldita periodista”. Yo no arremeto contra Keiko ni contra ninguno de los candidatos que ya han sido elegidos del fujimorismo o de Fuerza Popular, pero sí tengo una clarísima preocupación y además la digo y la manifiesto sin ningún tipo de problema, por lo que fue el gobierno de esa agrupación, y porque considero que ahora Keiko y esta mayoría del Parlamento aplastante no han hecho un verdadero deslinde con el fujimorismo del pasado. Y tengo la capacidad de decirlo porque, además, lo vivo. Viene una señora como Lourdes Alcorta, le pregunto por el pasado fujimorista –porque se acaba de poner ahorita, recién para esta campaña, el polo anaranjado–, y no me quiso responder nada. Está en todo su derecho... Como tú y cualquier periodista está en su derecho de preguntar por las cosas que aún no han sido aclaradas... ¿Sabes lo que pasa? A los periodistas en general les dicen: Tienes que ser objetiva, tienes que ser imparcial... pero es imposible hablar de objetividad porque desde que decido qué camisa o qué polo uso para el programa, ya estoy siendo subjetiva. Acá el tema es el siguiente, hay periodistas que tenemos una voz que, definitivamente, hace más ruido que otras quizá no por una cuestión de fondo, sino por temas de forma también. Yo tengo una manera de hablar: soy irónica, soy sarcástica muchas veces y gesticulo, y sí, efectivamente tengo miedo de lo que pueda suceder con un gobierno fujimorista porque a mí todavía nadie de los que ha llegado al Congreso, ni la propia Keiko como candidata, me ha dado la confianza de que en un eventual gobierno no va a pasar lo mismo que pasó en el gobierno de su padre. Con eso yo no digo que todos los hijos son iguales que sus padres. Pero ella habla de sus “20 años de trayectoria política” y si contamos para atrás, está contando sus épocas de primera dama; entonces, no se puede desligar políticamente de un gobierno o una gestión en la que fue parte activa. Hablabas de la objetividad. Con todo lo que ponemos los periodistas en las redes sociales, es todavía más difícil hablar de objetividad, ¿cierto? La objetividad no existe. Si la objetividad es sentarte a leer un prompter y dedicarte única y exclusivamente a informar, me parece genial, porque finalmente el trabajo del presentador es ese. Pero quienes tenemos un trabajo de entrevistas, quienes tenemos un trabajo de análisis como Patricia (Del Río), obviamente desde que empezamos a conducir la entrevista para llevar al entrevistado o al analista a un punto donde necesitamos situarlo para generar ese hilo conductor, que es la conversación, ya estamos siendo absolutamente subjetivos, porque yo soy la que construyo la columna vertebral de mi entrevista. Lo que no se puede hacer es manipular, trastocar, tergiversar... Pero todo lo demás es parte del trabajo periodístico. ¿Los periodistas debemos tener voz? ¡Pero por supuesto! Otra cosa es hacer proselitismo político, asumiendo tu postura de periodista y aprovechando esa voz. Yo en ningún momento he dicho “voten por tal o voten por cual”. Ni siquiera he ido a la marcha del 5 de abril, que quizá si no estuviese en un medio de comunicación, hubiese ido. Pero no lo hago porque sé que no me corresponde desde el lugar donde me encuentro y porque considero que eso podría ser contraproducente en una eventual conversación con algún integrante de Fuerza Popular. Hay que mantener un punto que te permita a ti mismo autorregularte. Me decías que te preocupa un eventual gobierno fujimorista... Como tendría preocupación si Alan García llegara por tercera vez al gobierno, por las atrocidades de su primera gestión y la corrupción del segundo; como tendría miedo si hubiese subido más Toledo, porque el caso Ecoteva nunca quedó esclarecido. ¡Evidentemente! Escúchame, yo no soy un maniquí al que sientan a decir: pregunta número uno, ¿cuáles son sus proyectos como parlamentario? Pregunta número dos... No, no. Y esto no quiere decir que yo le haga guerra a los candidatos o a los políticos. Hay periodistas que incluso asumen la trinchera de manera más fuerte que yo y los felicito. Yo no, porque considero que el programa que manejo me debe llevar a una constante autorregulación. Pero si estallan escándalos evidentes, no me voy a callar. Como cuando llamó Toledo y la gente de Perú Posible decía que había estado medio cansado. ¡No! Para mí era obvio que estaba borracho. Yo no hablo en nombre de RPP, no hablo en nombre de mi programa, hablo a nombre de Juliana Oxenford, una periodista que ha sido reportera 14 años y que nadie puede decir que la información que me permite sacar una opinión me ha llegado en sobre manila. Yo me he ensuciado los zapatos para buscar información. ¿Y ese punto te permite decir con todas sus letras que eres antifujimorista? Sí, yo siempre lo he dicho. Yo no creo en el fujimorismo. Si me quieren catalogar, si me tienen que poner un título, sí, soy antifujimorista, porque no me gusta el fujimorismo, porque yo no puedo de ninguna manera avalar lo que viví, lo que luego conocí cuando recorrí (el país), y lo que hasta ahora nadie me da la seguridad de que no va a volver a pasar. Y si me dices “eres antiacuña”, también soy “antiacuña”, y si me dices otra cosas, quizá también sea anti eso, y qué bueno que sea antitodo, porque eso significa que no soy amiga de nadie y no voy a trabajar como una tarada en la campaña de ningún político. Y qué bacán que haya personas que no quieran venir a mi programa, porque eso significa que consideran que soy tan crítica que no voy a permitir que me den un papelito con las preguntas que ellos quieren responder. Claro, ser periodista no significa renunciar a tus temas de conciencia. ¡Por supuesto! Porque además soy mujer, soy amiga, soy mamá, soy una persona que paga sus impuestos, que trabaja, que me preocupa qué va a pasar con la educación de mi hija, cómo está el sector salud. Hay gente que se muere porque no puede acceder a una camilla en una posta médica en Huancabamba. O sea, en un país como el Perú, donde no hay institucionalidad, donde los partidos se han visto obligados a hacer una reingeniería total o si no, mueren, no puede ser que los periodistas de una u otra manera no nos convirtamos en una voz importante, y al ser esta voz importante hay quienes te adoran y quienes te odian. A mí lo que me da miedo son esos extremos, que la pasión esta de la campaña, sumada al miedo y a tanta cosa emocional junta, lleve a un grupo de gente a decirte “terrorista, comunista, seguramente te gusta Polay, a ver que pongan una bomba en la puerta de tu casa, a ver que te maten”. Cosas espantosas que están en una plataforma como las redes sociales que permiten a cualquiera crear una cuenta y hacerlo, pero, ¿quién está detrás de todo eso? Escribiste hace unos días un post en tu cuenta de Facebook, en el que contabas que el jefe de prensa de Fuerza Popular ha prohibido que los políticos de esa agrupación te den declaraciones. Esto es preocupante porque es un tema que nos concierne directamente a los periodistas. ¿Qué pasaría con la libertad de prensa en un gobierno fujimorista? Por supuesto. A mí lo que me queda claro es que están buscando la forma de afectarme de una o de otra manera y ellos consideran que como tengo un programa de entrevistas, necesito siempre conversar con todas las partes. Pero yo no vivo del fujimorismo, ni del aprismo, ni de ningún partido. Yo vivo de mi trabajo y mi trabajo es honesto. No hay nadie que pueda salir a decir “esta se reúne con tal” o “recibe el papelito con la indicación”. La única indicación que yo recibo es la que dicta mi conciencia, y mi conciencia, obviamente, está formada por lo que he visto, he vivido, he trabajado como periodista, lo que soy como mujer, lo que soy como mamá, y lo que soy como ciudadana de un país al que amo con todo mi corazón y que, espero, pueda seguir viviendo en una democracia en la cual estamos aún aprendiendo a subsistir porque es algo nuevo para nosotros. ¿Le cree a Keiko Fujimori cuando dice que está forjando un nuevo fujimorismo? Yo no. No le puedo creer porque la campaña anterior hablaba desde la puerta de Barbadillo, desde la Diroes. Una cosa es la hija y otra cosa es la política; ella como político puede decir, acá estoy, creo que mi padre es inocente, pero no tengo por qué hacer un mítin en la puerta de Barbadillo. Si mañana mi madre, que es uno de los seres que más amo después de mi hija, tuviera un problema y se fuera presa por cometer un delito, la iría a visitar, le llevaría la comida que más le gusta, y seguramente lloraría todas las noches porque la extrañaría, pero si mi mamá cometió un delito y la agarraron en el Jorge Chávez intentando sacar droga, tendré que aceptar que le caiga la pena que le corresponde, porque cometió un delito, no un error, y los delitos se pagan. Pero adicionalmente, el tema es que Keiko participó activamente en el gobierno donde se generaron los niveles de corrupción más altos de la historia del Perú y no ha hecho un verdadero deslinde. Por eso yo no votaría por ella, punto.