“Detrás de la fila de restaurantes y comercios que ahora ves, antes había playas donde personas hacían deporte, volaban cometas, tomaban el sol, se bañaban en el mar o simplemente contemplaban felices el paisaje”. Debemos impedir que ese sea pronto el prólogo a la explicación de cómo, en un descuido, Lima acabó siendo la única capital latinoamericana con mar, pero sin derecho a playa para la gente.No es mi intención llenar esta columna de argumentos legales (falta de permisos y demás) por los que el proyecto turístico que pretende levantarse a orillas y mar adentro de Los Yuyos en Barranco, es inviable. Prefiero contarle a usted qué ha sido la playa Los Yuyos hasta hoy y cuánto está en peligro.Los Yuyos es una pequeña playa de arena con un mar calmo que significa el derecho de grandes y chicos a disfrutar de la orilla jugando paleta o haciendo castillos. Es el mar abierto para grupo de nadadores que bracean de un lado a otro antes de ir al trabajo. Es donde se reúne y entrena el equipo nacional de canoas polinésicas. Es el lugar donde muchos niños aprenden a surfear. Es parte de la historia de los abuelos y la Bajada de los Baños. Es cielo, es mar y es para todos.El representante de la empresa dice que su proyecto dará mayor valor a la playa, pero habla de un valor comercial que se enfrenta al valor ecológico, natural y simbólico que representa la felicidad de los bañistas.Los ciudadanos tenemos derecho a vivir en contacto con el mar y la naturaleza. No podemos abandonar ese espacio de felicidad colectiva, ese aire de todos, para que una empresa se llene los bolsillos o las municipalidades reciban más tributos. No es justo. No todo se vende.❧El representante de la empresa dice que su proyecto dará mayor valor a la playa, pero habla de un valor comercial.