Cada día es más extraño revisar las páginas de los diarios: parece que los códigos y principios con los que muchos opinan resultaron ser intercambiables y reemplazables por otros que empaten con los nuevos tiempos. Un claro ejemplo de esta muda moral de la que hoy somos testigos es el hecho de que muchos dijeron que no podrían votar jamás por Keiko Fujimori por ser la hija del autor mediato de crímenes de lesa humanidad. Es un argumento convincente. La conclusión a la que llegaron es el problema: votaron por Ollanta Humala.Digo que es un problema porque en el momento en el que decidieron votar por Humala y apoyarlo públicamente ya se tenía prácticamente toda la información que hoy se ha vuelto a poner en debate sobre el caso Madre Mía. La leyenda negra del “Capitán Carlos” ya acechaba al candidato cuando varios de los paladines de la defensa de los Derechos Humanos no solo lo apoyaban, sino que se plegaban a un nutrido grupo de futuros amnésicos que invocaban a los demás a seguir su mismo camino. Me parece que esto ya es demasiado.Votar por un acusado –con indicios, pruebas y testigos– de ser el autor directo de asesinato no es la forma más precisa para combatir la sombra de un violador de Derechos Humanos. Pero parece que para muchos evitar que el fujimorismo llegue al poder es más importante que los propios principios por los que dicen que el fujimorismo no debe llegar al poder. Y está bien. Todo el mundo se puede equivocar. Pero lo mínimo que podríamos esperar es un mea culpa de verdad, y no este intento famélico de pasar piola hasta que llegue otra noticia.Creo que no somos pocos los que los estamos esperando.❧