Los sucesos de los últimos días han puesto en evidencia que nuestro sistema de protección del consumidor colapsó, no funciona, es sumamente débil e incapaz de proteger los intereses de la población peruana.Ahora, poner un producto en el mercado es solo cuestión de trámites automáticos y declaraciones juradas. Nadie controla nada. Hasta los años 90 la autoridad debía autorizar incluso las etiquetas de los productos antes de salir al mercado para asegurarse que no se engañará a los consumidores. Eso se acabó cuando se creó el Indecopi porque se argumentó que esas eran trabas burocráticas absurdas e innecesarias. Fue entonces que se le encargó la tarea de supervisar la publicidad y el etiquetado de productos cuando ya estaban en el mercado, pero nunca se hizo. El caso Pura Vida ha puesto en evidencia que el sistema no funciona y que no tenemos mecanismos institucionales que velen por los derechos del consumidor.Es responsabilidad de algunos grupos interesados que no quieren una verdadera Autoridad Nacional de Protección del Consumidor. Es hora de cambiar.