Alberto Fuguet: “Me interesa la gente sensible y que ya no le teme a estar sola en el mundo”
El reconocido escritor chileno regresa a la novela con Ciertos chicos, una obra que se sitúa en el telúrico 1986 chileno. La obra, que ha sido catalogada como generacional, presenta a personajes que resisten en un contexto político tenso.
El reconocido escritor chileno regresa a la novela tras ocho años, pero en ese hiato productivo, Alberto Fuguet publicó libros híbridos, como Despachos del fin del mundo; sus memorias de juventud, VHS; y en calidad de director de cine, un par de títulos a tener en cuenta: Invierno (291 minutos) y Cola de mono. En cada proyecto, Fuguet siempre tiene algo que decir y Ciertos chicos (Tusquets, 2024) no se queda para nada atrás. Tomás Mena y Clemente Febres son dos jóvenes en el telúrico 1986 chileno, en donde reinaba el desaliento y la atmósfera política se encontraba en su punto caliente. Ellos más una serie de personajes poliédricos resisten a su manera y en esa fricción de sensibilidades, Fuguet demuestra con maestría, una vez más, por qué ocupa un lugar de privilegio en la narrativa hispanoamericana contemporánea. Una novela que es también el gran mural de una época con no pocos lazos en la actualidad.
-¿Se debe a una razón tu alejamiento de ocho años de la novela, un género en el que te ha ido bien?
A lo mejor no tenía nada que decir en novela y aparecieron otros libros y películas raros. Aprendí que las novelas tienen otra connotación. Escribir novelas es más difícil que los libros y las películas que hice. Cada libro se toma el tiempo que necesita y este libro me ha dejado muy contento.
-Se viene indicando que Ciertos chicos es una novela generacional.
En Ciertos chicos, sobre todo Clemente tiene ganas de derrocar al poder, derrotarlo ideológicamente y que el pop gane. Quiere demostrar que el pop sí puede ser subversivo y también un frente armado. Al final, el pop sí les terminó ganando a los movimientos guerrilleros de izquierda y también a las fascinaciones fascistas de derecha. A mí me gusta mucho la película Cabaret, porque cuando las cosas están mal, surgen pequeños submundos de vanguardia, allí entra el placer como resistencia. Pero la novela no solo es discos y fiestas. Clemente tiene la idea de hacer una revista, Tomás lo apoya a pesar de que saben que nadie va a leer esa revista. No piensan igual a los demás. Lo critican todo y no se compran discursos. Arman su propio canon y confían en él.
-Clemente y Tomás no tienen una actitud frontal contra su contexto, su revolución es más interior. Esta es una época de mundos interiores.
Me gusta lo que dices. Este libro puede conectar con la gente que hace pódcast, blogs, que tiene cuentas de Instagram muy creativas. Veo a una mucha gente joven creando y eso es también una forma de resistencia. Que te gusten ciertos libros o ciertas películas es una postura ideológica. El Opus Dei qué propone: cierta música, ciertas formas de concebir a la familia. Sendero Luminoso qué proponía: cierta estética, cierta forma de llevar la sexualidad, cierta forma de administrar la economía. Todo es canon. Que a ti te guste The Cure no significa que seas menos ideológico. Si no te da miedo que la gente se mezcle con distintas razas, con distintas clases sociales y distintas opciones sexuales, también estás haciendo política, porque estás quebrando la idea de que todo debe ser un grupúsculo. Ciertos chicos es un libro político, pero es también un caballo de Troya. Al final, quién ganó. Escribí este libro porque sé qué pasó en los ochenta.
Libro del escritor. Foto: difusión
-Es generacional, pero a la vez no lo es.
En Ciertos chicos, lo que más quise hacer fue que, en lugar de mirar para atrás, he querido mirar hacia el futuro. Stephen King no es el peor escritor del mundo y va a ser más famoso que Carlos Fuentes. Algún día, todos van a tener una radio, algún día todos van a tener un fanzine, el pelo azul va a ser una forma de identidad y no un motivo de burla. Mi novela mira el futuro y está atenta a todo aquello en donde la gente se equivocó. ¿Spielberg es el peor director del mundo? Al final se demostró que Spielberg creó una manera de ver el mundo.
-¿En esos años, Chile era conservador?
No siento que Chile sea conservador, lo que ha sido conservador ha sido la gente que lo gobierna. Igual en Perú. Se piensa que en la Lima bajo la época de Sendero Luminoso todos tenían miedo, quizá, pero la gente también follaba. Durante las guerras también ha habido resistencia, amor y sexo. Para la novela, usé material que no se ha escrito, la historia oculta. Me interesaba hacer un libro histórico gay, pero sin que lo gay fuera lo más importante. El título Ciertos chicos se refiere a lo distinto, a lo diverso.
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-Hay una atmósfera gris en la novela, pero es una grisura que estimula a hacer cosas. Como si se viviera al límite la cotidianidad.
La sensación de que las cosas vienen mal. La adrenalina del fin del mundo. Este libro es más raro de lo que uno cree y se salta unos cincuenta años. Espero que Ciertos chicos conecte con los chicos actuales.
-Desde que te leo, siempre has estado valorado. ¿Cómo te ubicas en esta etapa de tu vida literaria? Parece que fueras una isla en el panorama literario.
En lugar de una isla, me gustaría pensar más en una península, con un continente atrás. Si hay lectores atentos a lo que escribo, por qué no hay más escritores con estas inquietudes. Yo creo que sí hay, solo que no han sido vistos o no se ha querido ver. Ahora estaba pensando en la serie de Neftlix de la novela de García Márquez. Hubo toda una discusión sobre McOndo. Toda la discusión de McOndo ya terminó. Si McOndo estuvo errado, entonces por qué hay una serie de Netflix de Cien años de soledad.
-Ciertos chicos, en su registro, ayuda a poner en orden algunas narrativas sobre los ochenta. A estas alturas de la entrevista, la novela ya deja de ser solo de Chile, lo que pasa ahí puede suceder en cualquier país. Muchos te perciben independiente.
No es que sea independiente con Ciertos chicos, a mí nadie me ha invitado a la fiesta. A los 19 años quise ingresar a las Juventudes Comunistas (la Jota) en Chile y no pude. Creo que estuvo bien que no haya ingresado. Yo quería ser comunista, como no me invitaron a la fiesta, hice la propia mía con esta novela. Creo que no sería la persona que soy de haber entrado al Partido Comunista, pero sí quería ser parte de esa fiesta.
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-¿Cómo llevas el reconocimiento?
Tengo obra, lo reconozco, y siento que también tengo un apellido. Antes se hablaba de lo fuguetiano y no sabía si era un insulto o no, o cuando decían que tenía un estilo fuguetiano, pero ahora lo acepto.
-Ciertos chicos dialoga con toda tu obra literaria y también con la cinematográfica.
Este libro dialoga con todos mis libros anteriores. Todo lo que he hecho en cine, en especial las películas que nadie vio, en periodismo, está incorporado a este proyecto.
-Los personajes de la novela y de todos tus libros, para ser más justo, están rotos y dañados. Algo no está bien con ellos. ¿Por qué ese apego?
Hace unos días fui a una fiesta de hetero, de pura gente casada y feliz, y yo me sentí totalmente violentado y solo. No entendí esa forma de entender el mundo. Quizá esté muy dañado y no tenga arreglo. Tampoco me siento contento con los lugares a donde la gente quiere llegar con dinero, con cierta fama. Claro, si tú me quieres dar dinero, te lo acepto. Como en Ciertos chicos, es mejor estar en un fanzine que no lo lee nadie que estar en un lugar y luego en otro. Que algunos crean que por estar en un lado están el correcto, es alucinante, como si la derecha tuviera la razón o la izquierda tuviera la razón. ¿Qué es esto? ¡Quién nos va a salvar! En la época de Clemente, Nicaragua era la utopía.
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-Esta es una novela especial para ti, ¿no?
Ciertos chicos no solo resume mi obra, sino también la inicia. Es el libro con el que me habría gustado debutar. Siento que Ciertos chicos es casi el primero, incluso antes que Mala onda. Siento que toda mi obra se parece a Ciertos chicos. Mala onda pudo haberse llamado Ciertos chicos. Cola de mono y Tinta roja también pudieron llamarse Ciertos chicos. Como el álbum de los Rolling Stones, Some Girls, no todas las chicas son iguales, igual con los chicos, no todos son iguales. Me interesa la gente sensible, como la gente que lee, que se siente hallada en la música, que ya no le teme a estar sola en el mundo. Tenemos personajes verdaderos así, sensibles, como Andrés Caicedo y Oswaldo Reynoso.
-Sabemos que te gustan Mario Vargas Llosa y Oswaldo Reynoso. ¿Hacia qué lado va Ciertos chicos?
La novela es mucho más Reynoso que Vargas Llosa. Me interesa destacar cierta sensibilidad, porque puede haber gente que sea gay, hetero, rica o pobre y no tengan nada que ver con Ciertos chicos. Es como un disco doble.