El 1 de octubre se cumplieron doscientos días de pandemia en nuestro país. La ministra de Salud, Pilar Mazzetti, en esta entrevista, hace un balance de ese periodo, adelanta qué medidas están tomando ante un eventual rebrote y responde las inquietudes por el descenso de las pruebas moleculares.
En abril, cuando usted dirigía el Comando COVID-19, dijo que “lo peor está por venir”, ¿ya hemos pasado lo peor?
Ha llegado el momento en que la población ha comenzado a responder. La pandemia ha bajado porque el virus encuentra más difícil pasar de persona en persona. Si usted me dice que ya es más difícil para el virus saltar porque todos se contagiaron, en Iquitos, pero en Lima no, ¿verdad? En el resto de regiones las personas han comenzado a tener conductas responsables.
A mediados de agosto, en una entrevista con este diario, el premier Walter Martos dijo que, según los analistas del Gobierno, las cifras bajarían en tres semanas. Algunos expertos se preguntaron: ¿quién le proporciona esta información? ¿Cuándo la población podrá conocer, de forma detallada, con base en qué estadísticas toman decisiones en el Gobierno?
Están publicadas las curvas en el Centro Nacional de Epidemiología y Control de Enfermedades. Lo que recibe el premier es eso: se le traza la curva y puede calcular más o menos en tantas semanas. Esto de las estadísticas, ¿quién las hace? El Centro Nacional de Epidemiología y Control de Enfermedades. ¿Va a ser perfecta? Es imposible. En todos los países del mundo, alguna vez pasa una cosa y las curvas cambian porque la vida no sigue las matemáticas.
¿Pero este descenso estaba previsto dentro de lo posible?
Lo que le dijimos al premier se cumplió. A lo largo de las siguientes tres a cuatro semanas estaba bajando. ¿Pero eso quiere decir que nosotros estábamos seguros de que iba a bajar? No podemos estar seguros. Nosotros decimos que es muy probable. ¿Yo he dicho en algún momento “se acabó la pandemia”? No.
Sería descabellado decirlo.
Sería irresponsable. Yo digo que las cifras están bajando lentamente, soy prudente porque en salud pública las cifras pueden cambiar en cualquier momento. Ahorita cambia el clima, viene el frío, y tenemos problemas.
César Cárcamo, del Grupo Prospectiva, advirtió que no estamos preparados para una segunda ola.
Lo más importante es el primer nivel (...), porque si hay menos contagios, esto se hará más largo y, si sube, va a ser despacio. Y cuando llegue arriba va a llegar menos alto. Así compramos tiempo. En las regiones se ha comenzado a activar el primer nivel. ¿Todo se puede activar? Imposible. La mitad del personal está trabajando, la otra mitad está fuera por edad, morbilidad o porque se ha enfermado. Depende de la región, tenemos entre 45% o 50% del personal disponible.
¿Es exagerado pensar que en algún momento retornaremos a las restricciones que tuvimos en verano y otoño?
La reactivación económica va en pasos lentos y la vigilancia de la pandemia avanzará en paralelo. Al primer indicio que veamos que están aumentando los casos, todos tenemos que estar alertas para tomar medidas que nos permitan evitar un segundo brote tan fuerte como el primero.
Entonces, no lo descarta.
Es imposible descartarlo. Nadie en el mundo podría descartarlo. Mire en España, Italia y Francia, han tomado medidas restrictivas localizadas.
Respecto a las pruebas, según el matemático Marco Loret de Mola, cuando hubo 50 días de pandemia, había 2 mil pruebas moleculares diarias en promedio, a los 100 días eran 3 mil y ahora que tenemos más de 200 días seguimos en 3 mil. Usted dice que no hay demanda.
La cantidad de pruebas ha bajado. Por eso la proporción es menor. Pero estamos promoviendo la mayor difusión de pruebas moleculares. Es más, quedaban 50 mil pruebas moleculares repartidas la semana pasada en regiones, ahorita estamos el pleno reparto, estamos recibiendo esta semana que comienza con 150 mil más. Estamos haciendo acopio para tener (el test PCR) en el momento que pudiera haber rebrote.
Algunos científicos critican que solo se usen pruebas rápidas en la operación Tayta.
Depende de lo que quiera usted. Si alguien llega a emergencia, tiene que decidir si la cirugía para la pierna rota la hace en el lado Covid o en el lado no Covid. Tiene que usar una prueba rápida. Si usted tiene algo previsto, vamos a suponer, va a viajar, ¿qué quiere saber? Si tiene el virus. Ahí se hace una prueba molecular con tiempo.
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¿Pero por qué no priorizan las pruebas moleculares para luego realizar el famoso rastreo de contactos?
Si va con su bolsa de alimentos en una operación Tayta, ¿cuántas horas va a esperar para entregarla? Depende de qué utilidad se quiera dar. Este es el momento (para el rastreo) porque tenemos un momento de calma. Al inicio no se hizo, ya lo perdimos. Se están haciendo las coordinaciones con la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) para que el aplicativo (Perú en tus manos) que ellos tienen se repotencie y podamos hacerlo.
¿Solo con eso? ¿No delegarán esta función también a un grupo de personas para que hagan el rastreo por teléfono como lo hacen en otros países?
Ahora tenemos 38 puntos de central telefónica. Se ha hecho una serie de modificaciones. Y vamos a poder tener acceso más correcto y con la alerta (del aplicativo) podrán organizarse mejor para que a las personas que han estado en contacto con alguien se les oriente.
Cuando señala que hay menos demanda, se entiende que las personas no van a los hospitales a hacerse la prueba. ¿O pasa algo más?
Nos pasan varias cosas. En Arequipa colocamos 100 puntos COVID-19. Las personas iban. La afluencia de personas a estos puntos ha disminuido. La afluencia de personas en los operativos que realizamos, por ejemplo, cuando vamos a un colegio, está disminuyendo. Cuando vamos casa por casa, me temo que la población no quiere que vayamos a sus casas.
¿Por qué?
Tienen desconfianza de que alguien vaya a su casa en estos tiempos (...), más bien, prefieren salir a los lugares abiertos.
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Las personas que se acercan a hacerse una prueba, en su mayoría, son las que tienen síntomas. Las otra no.
Aquí, las que van, van porque quieren saber cómo están. Un tercio son las que dicen que han estado en contacto con algún familiar o sienten alguna molestia. Pero desde nuestro sistema de registro, la mayor parte de personas que tienen alguna molestia llaman por teléfono (...). Llegamos a recibir 80 mil llamadas en un día, ahora estamos en 14 mil llamadas.
Al inicio de la emergencia, el presidente dijo que a comienzos del 2021 habrá una vacuna, ¿es correcta esta predicción?
Las empresas farmacéuticas que están en esta lucha por conseguir la vacuna la han ofrecido para el primer trimestre del próximo año. (...) Vamos a tener elecciones en abril. Lo ideal es que la población esté vacunada.
¿Vamos a tener comicios en los que los ciudadanos sigan utilizando mascarilla?
En realidad, estemos o no vacunados, vamos a tener que usar mascarilla. Habrá que ver, con mucha prudencia, cuándo uno se la retira.
Las elecciones internas en las organizaciones políticas serán en diciembre.
Eso ya nos va a dar una idea.
¿Pero qué medidas van a tomar en los comicios generales?
Todo depende de que si estamos con vacuna o sin vacuna. Las personas de mayor edad tendrían que ir más temprano (a votar). Esa es un poco la idea.
Usted criticó la lentitud del Estado, mientras este siga lento, no habría universalización de la salud, como se llama este año.
La universalización de la salud se hace con los papelitos incluidos, pero sería mucho más fácil y rápido si no tuviéramos papelitos de por medio. La población tiene DNI. Es excelente. Con el DNI deberíamos desaparecer el número de la historia clínica. Lo ideal es que tuviéramos DNI para todo.
La lentitud del Estado es como una piedra en el zapato durante esta pandemia, ¿no?
Siempre la ha sido, sino que yo soy persistente o fastidiosa.
A mediados de este año, la polémica se enfocó en las clínicas y sus tarifas, y al final el Estado suscribió un intercambio prestacional con ellas.
Le digo honestamente: a mí nunca me preocupó.
¿Por qué?
Porque la capacidad de los establecimientos privados de proporcionar camas de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) a los establecimientos públicos es pequeña (...). De las camas de UCI que tenemos (en los hospitales), en realidad las camas de UCI de los privados llegan a 200 y pico.
Pero la población se topaba con una realidad distinta: iban al hospital y no encontraban atención, y luego se iban a la clínica y, si no tenían dinero, morían o pagaban lo que cobraba la clínica, que es altísimo.
Eso ya es un asunto de conciencia moral de cada uno de nosotros, ¿no es cierto? Pero el convenio había y cuando el Minsa ha buscado cama no se la han negado.
Ministra Pilar Mazzetti indicó que las personas no pueden relajar los cuidados pese a disminución de cifras. (Foto: John Reyes / La República)
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