La obra de Aurora Cursino es un susurro de libertad y, al mismo tiempo, un grito contra la opresión. Sus más de 200 obras, que continúan siendo estudiados hasta el día de hoy, fueron realizados en las instalaciones del Hospital Psiquiátrico de Juquery, lugar donde fue diagnosticada con “psicosis paranoide”, “personalidad psicópata amoral”, “esquizofrenia parafrénica” y “autismo intenso”.
Cursino, conocida por desarrollar un estilo propio, nació en 1896 en Sao José dos Campos, Brasil. Pasó su vida viviendo en albergues y ejerciendo la prostitución, hasta que, pese a su condición, su vida dio un giro gracias al arte.
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Cursino dos Santos fue una artista sin el reconocimiento de sus pares. Pintó más de doscientos cuadros en diálogo permanente con las vanguardias de su tiempo. Solo había estudiado hasta el tercer año de primaria, pero apreciaba la literatura, las artes plásticas, la música popular y clásica. Incluso, además de pintar, se sabe que tocaba el piano.
Pintura de Aurora Cursino. Foto: Sinpsi
En 1941, ingresó en el Hospital Psiquiátrico de Perdizes. Tres años después, ingresó al Complejo Hospitalario de Juquery, a 27 kilómetros de la capital paulista.
En este terminó asistiendo a un taller de arteterapia improvisado, dirigido por el psiquiatra Osório César. “Eran prácticas de lenguaje que estimulaban la autoexpresión de dichos pacientes, sus conflictos, su dolor. Se partía del supuesto de que el arte había sido fundamental en la construcción del espíritu humano y que, por tanto, sería igualmente importante en la reconstrucción de ese espíritu, en casos de trastorno mental severo”, comentó al respecto el psicoanalista Joel Birman.
"Aurora pudo así desarrollar ciertas habilidades, descubrir un talento pictórico dentro de sí misma. Y la forma en que trabajó con los temas de su propia vida señala una radicalidad, un deseo existencial de rebelarse contra el patriarcado", sentenció en referencia a la artista, quien en 1955 fue lobotomizada.
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En cuadros llenos de colores fuertes, que agrupan una inusual convergencia entre texto e imagen, rodeando figuras humanas, las obras de Aurora mezclan recuerdos personales y delirios con referencias del mundo exterior desde su particular visión del mundo.
Pintó explícitamente los traumas que marcaron su vida, como la violencia sufrida en las calles y su experiencia dentro de la institución psiquiátrica. Su cuerpo (y el cuerpo femenino en general) es retratado como un campo invadido por agresores.
"Las prostitutas siempre han sido colocadas en la misma categoría que los asesinos, los narcotraficantes y los ladrones", sostuvo Silvana Jeha, doctora en Historia por la Universidad Pontificia Católica (PUC) de Río de Janeiro, a BBC News Brasil.
Libro Aurora. Memórias e Delirios de uma Mulher da Vida. Foto: Editorial Veneta
"Esto forma parte de un problema mayor, contra las mujeres que reclaman libertad sobre su propio cuerpo. Es como si estuvieran matando, robando, hiriendo gravemente alguna ley humana".
Su trabajo fue exhibido en exposiciones en el Museo de Arte de São Paulo (Masp), en la Bienal de Sao Paulo y en la Bienal de Berlín, Alemania. Asimismo, ha sido reunido en el libro Aurora. Memórias e Delirios de uma Mulher da Vida (Editora Veneta), un trabajo en conjunto de Jeha y Birman, el cual es también un importante documento sobre la condición de la mujer en Brasil en el siglo XX.