Este fin de semana ha sido particularmente problemático para los fujimoristas y la lista sigue.,Luego de comprobarse que la congresista Yesenia Ponce había falsificado documentos que acreditaban su educación, más mentiras han salido a la luz. No solo se inventó a sus “compañeros de clase” sino también a sus profesores. Entre los consignados como “docentes” se encuentran personas que simplemente no figuran en el Reniec, abogados, vendedores, enfermeras, ninguno que realmente haya ejercido la docencia. El desenlace ya lo conocemos, pues la Comisión de Ética la blindó. Sin embargo, un nuevo caso debiera investigarse en este grupo de trabajo. Esta vez se trata de otra congresista fujimorista: Lizbeth Robles. Resulta que su pareja, Edward Rojas, contrató a Sara Milla y José Altez en el despacho de la parlamentaria con la condición de llevarse el 50% de sus salarios y bonificaciones. ¿Se investigará y sancionará a la parlamentaria por esto? Ver para creer. Ahora bien, este fin de semana ha sido particularmente problemático para los fujimoristas y la lista sigue. La fiscalía informó haber hallado 52 supuestos testaferros del congresista Moisés Mamani. Estos ex socios del ahora legislador creaban empresas y lo nombraban apoderado de las mismas. En total fueron 18 negocios que Mamani usó para obtener licitaciones con el Estado por servicios de vigilancia y seguridad. Para cerrar con broche de oro, tenemos el caso del congresista Edwin Vergara, ex socio del narcotraficante colombiano Diego Sánchez Ospina, con quien se reunió hasta siete veces siendo ya congresista y con quien habría coincidido en Colombia hasta en cuatro oportunidades. Vergara admitió su amistad con Sánchez Ospina, sin embargo dijo no conocer sus vínculos con la droga. Poco o nada explicó el parlamentario acerca del peruano Fernando Castaño Lema a quien nombró como apoderado de la empresa que formó: Pinturas Golden Colors. Ambos compañeros de Vergara, el colombiano Sánchez y el peruano Castaño acaban de ser capturados durante la incautación de casi una tonelada de cocaína la semana pasada. Si hacemos memoria, los vínculos con el narcotráfico no son nuevos en el fujimorismo de Keiko ni en el de los avengers de Kenji. El más reciente caso quizás sea la investigación contra Moisés Mamani por lavado de activos y debido a un millonario desbalance patrimonial. Pero recordemos desde 1996, los 176 kilos de droga encontrados en el avión presidencial durante el gobierno de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. O ya en el 2013, los más de 100 kilos de cocaína encontrados en un almacén de la empresa Limasa, vinculada a Kenji Fujimori. También está la investigación contra Joaquín Ramírez, ex secretario de fuerza popular, por lavado de activos y que involucraría a su hermano y actual congresista fujimorista Osías Ramírez. La lista continúa y, en el fujimorismo, la corrupción y los delitos tienen larga data. La pregunta es si se hará justicia, esta vez, más temprano que tarde.