El pensamiento del padre Gaspar y otros religiosos ultraconservadores terminan alimentando los discursos de odio de seguidores recalcitrantes y extremistas. ,Uno pensaría que estas celebraciones “santas” traerían consigo un ambiente de reflexión que nos lleve a ser más tolerantes y respetuosos. Pero no, la discordia, el insulto, los agravios, la incomprensión y la discriminación cobran fuerza en estos días cargados de violencia verbal promovida desde los púlpitos de la Iglesia Católica. Basta ver las lamentables expresiones del padre Luis Gaspar, cercano colaborador de Juan Luis Cipriani, quien el Viernes Santo en lugar de hacer un llamado al respeto y al amor al prójimo fomenta odio y rechazo hacia homosexuales, mujeres y todo el aquel que proteste o, siquiera, cuestione a una institución que pierde fuerza y seguidores. Un reciente estudio de CPI confirma que la población católica en el Perú se redujo en 4,95% en los últimos cuatro años. Por el contrario, los evangélicos experimentan un crecimiento de 9,43% mientras que quienes no profesan ninguna religión dieron un salto importante de 38,89% en el mismo periodo de tiempo. No hay duda de que nuestro país sigue siendo predominantemente católico, pero la pérdida de creyentes va en aumento. Un dato más, aunque el 76% de los peruanos dice ser católico, apenas el 10% es fiel a la iglesia según señalan sus propios dirigentes. (https://goo.gl/YFfKrZ) Las razones de estos cambios han sido ya expuestas por expertos y estudiosos, así que no entraré en detalles. Pero estoy segura de que discursos como el del padre Gaspar no ayudan sino a alimentar ese alejamiento de fieles que, como yo, prefieren seguir su fe distanciados de la religión o simplemente dejan de creer. Sobre todo, porque el pensamiento de Gaspar y otros religiosos ultraconservadores terminan alimentando los discursos de odio de seguidores recalcitrantes y extremistas. Tiendo a pensar que los verdaderos creyentes no son los que llenan las iglesias o inundan las redes sociales con mensajes perversos. Creo, más bien, que están en sus hogares, trabajos o en cualquier espacios intentando comprender y aceptar la diversidad, así como la inexistencia de pensamientos únicos y absolutos. Simplemente viviendo y dejando vivir.