Una sala de la Corte Suprema decidirá la permanencia del enfoque de género en el currículo educativo, debido a la carga de grupos conservadores.,A comienzos del mes de abril o –antes–, cuando se pronuncie la Sala de Derecho Social y Constitucional de la Corte Suprema, sobre un caso que atañe directamente a la educación, sabremos qué tan serio puede ser el debate sobre este tema en nuestro país. Sabremos si lo que se ofrecerá en las aulas, en materia de género, será más de lo mismo... Este tribunal deberá resolver antes del 6 de abril las apelaciones del Ministerio de Educación y del colectivo ‘Padres en Acción’ (PEA), sobre unas líneas que aparecen en el nuevo currículo educativo, implementado desde el año pasado, y que dicen lo siguiente: “Si bien aquello que consideramos ‘femenino’ o ‘masculino’ se basa en una diferencia biológica sexual, estas son nociones que vamos construyendo día a día, en nuestras interacciones”. El drama, si existe, es que para colectivos como el mencionado esa parte del texto es una vulneración del derecho de los padres de educar a sus hijos. Para entidades como la Defensoría del Pueblo, en cambio, esa es una ruta para formar ciudadanos capaces de respetar y vivir la igualdad de género. “El currículo –sostiene esta institución– reconoce a los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho, que deben ser respetados y deben respetar a los demás en sus diferencias”. Para la Organización de Naciones Unidas, nada menos, quitar ese enfoque “afectaría el derecho de más de 7 millones de niños, niñas y adolescentes a una educación básica de calidad que los proteja y forme para la vida”. “Sin discriminación y con igualdad de oportunidades”, agrega el organismo mundial, como para dejar claras las consecuencias que pueden tener arrinconar la palabra ‘género’ en el sistema educativo. Increíblemente –aunque de manera esperable, quizás– el cardenal Juan Luis Cipriani ha declarado que, por esta reacción, la ONU nos quiere “colonizar” y que se debe “quedar con sus grandes teorías para Europa” Si fuéramos serios en esta discusión, mantener esas significativas líneas en el texto y llevarlas a la práctica prevendría muchos problemas futuros, como la violencia sexual, que en nuestra sociedad ha alcanzado alarmantes cifras de epidemia. Trivializar el diálogo sobre este tema acudiendo a los tribunales, como ha hecho PEA desde que presentó su primera demanda judicial, a comienzos del 2017, es desolador. Tiene derecho a hacerlo, por supuesto, solo que en este afán se pierden valiosos minutos, u horas de clase, en los cuales se podría comenzar a generar un entendimiento del respeto a las diferencias. O de la necesidad de enterarse de que la igualdad de género es el N° 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos por la ONU, elaborado por especialistas mundiales en el tema, no por gente malvada que nos quiere engañar. Es francamente triste que hayamos llegado a este punto, en el cual es un tribunal el que tiene que resolver algo que, para una gran cantidad de países, de la región y de otros continentes, es parte de la atmósfera democrática que se respira. Esperamos, por eso, que la Corte Suprema no solo actué en justicia sino, además, en consonancia con proteger los derechos reales de las personas y prevenir la discriminación de todo tipo.